Una vez, pregunté a uno de mis alumnos qué le gustaría pensar al irse de este mundo. Sin dudarlo me confesó que le gustaría pensar que ha dejado huella en sus seres queridos.
El actual Dalai Lama dice que la amistad solo puede tener lugar a través del desarrollo del respeto mutuo y dentro de un espíritu de sinceridad. Es por eso que debemos cuidar a nuestros seres más queridos. Queramos, o no, dejar huella en ellos.
Para tener una buena relación con los demás es esencial saber escuchar, tratar bien a los demás y pensar en los demás más de lo que piensas en ti. Dale Carnegie recuerda que para ser interesante, hay que interesarse.
Preguntar cosas a los demás, querer saber sobre tu interlocutor hará que tu éste se sienta complacido. Demuestra respeto por las opiniones ajenas, a todo el mundo le puede molestar que le corrijas o que le digas que está equivocado. Jamás digas que alguien está equivocado, debes respetar su opinión e intentar comprenderla. Tampoco tú, o yo mismo, tenemos siempre toda la razón para imponerla totalmente a los demás.
Un gesto, una mirada, una sonrisa... todos esto actos significan voluntad ya que las acciones demuestran más que las palabras. Del mismo modo controla los sentimientos negativos sobre los que detestas u odias, pues cuanto mas lo hagas, mas poder les das sobre ti, controlándolo estarás mejor contigo mismo y manejarás mejor la situación. Cuando odias a alguien y se lo muestras; pierdes tú y gana el orgullo.
Dale Carnegie escribió que “Las criticas injustas son elogios disfrazados”. Toma nota y recuérdalo siempre: aquel que te critica es porque en verdad te envidia por alguna cualidad tuya, aprovéchalo para girar las tornas y apoderarte de ese cumplido tan oculto.
Y última, pero no menos importante: “No pagues con la misma moneda” eso no es un estilo de vida que adoptar, aunque sea una frase muy extendida y casi convertido en “mantra” de la cultura occidental.
Lo importante es sentirse bien con uno mismo y actuar siempre de forma que el otro se sienta respetado, esa es la clave para ser recordado como una persona hornada.