miércoles. 24.04.2024

 

Uno de los retos de la sociedad actual es alcanzar un desarrollo sostenible que acabe con los riesgos ambientales a través de nuevas herramientas de trabajo y de hábitos más respetuosos con el medio ambiente.

 

En la industria alimentaria, una de esas herramientas es el desarrollo de la llamada 'economía circular', cuyo objetivo es que materiales, recursos y productos sean reutilizados y reciclados, manteniéndose en la economía el mayor tiempo posible.

 

Los profesionales del campo, dada la naturaleza de su actividad, trabajan para desarrollar prácticas de trabajo cada vez más sostenibles y compatibles con el medio ambiente. En esta línea, las cooperativas agrícolas, a través de la organización nacional Cooperativas Agro-alimentarias de España (CCAE), se han implicado en el Pacto por una Economía Circular llevado a cabo por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA).

 

HERRAMIENTAS. Así, el consejo rector de CCAE pudo conocer la pasada semana las principales herramientas de la Unión Europea y las cinco áreas que contemple en su plan de acción, que incluye cinco áreas entre las que se encuentran la producción, innovación e inversión, gestión de recursos, materias primas secundarias y consumo, así como cinco flujos prioritarios que son los plásticos, los residuos alimentarios, las materias primas criticas, la construcción y demolición y la biomasa y productos de base biológica.

 

La iniciativa comunitaria marca como objetivos incentivar el ecodiseño de productos y contar con procesos de producción innovadores y eficientes en el uso de recursos. Para ello se realizará una promoción de las mejores prácticas de gestión de residuos y eficiencia.

 

Además, en cuanto a la gestión de residuos se propone una revisión de la normativa existente y las inversiones. También se destaca la necesidad de potenciar el uso de las materias primas secundarias, aprovechando como fertilizantes los residuos reciclados y las aguas tratadas. Para ello se pretende desarrollar una normativa concreta y un sistema europeo de control.

 

Como indican desde Cooperativas Agro-alimentarias de España, en ocasiones es complicado reutilizar ciertos residuos al no estar catalogados como subproductos, lo que permitiría su comercialización y revalorización.

 

MEJORAS. En este sentido, indican que es necesario mejorar los subproductos vitivinícolas, como orujos y vinazas, y los derivados de la producción del olivar, entre los que se encuentran alpechines, orujillo y hueso de aceituna, de gran valor fertilizante y energético. Igualmente ocurre con las tierras adheridas a la remolacha que, tras su limpieza en la factoría azucarera, han sido utilizados tradicionalmente como un sustrato de viveros y, como explica CCAE, desde la consideración de las mismas como residuo se ha interrumpido esa cadena de valor.

 

Junto a ello, se encontrarían también los subproductos en las plantas de biogás y compostaje, que al ser considerados como residuos e impedir así su uso como fertilizante comercializable, creándose además un problema en relación a la correcta gestión de purines y estiércoles.

 

Las cooperativas agrícolas son ejemplo de aplicación de la economía circular, siendo punteras en uso de biomasa y biogás, y desarrollando diferentes proyectos de investigación para dar una segunda vida a los residuos generados por la industria agraria.

 

Así, la Federación de Cooperativas Agrarias de la Región de Murcia (Fecoam), participa en programas europeos como el sistema Aquemfree, que pretende la descontaminación de aguas procedentes de lavado de envases y equipos de tratamientos fitosanitarios mediante catarsis solar, reaprovechando el caudal limpio. Además, colabora con el proyecto Barbara, que transforma los restos orgánicos de las explotaciones agrarias en nuevos materiales bioplásticos para fabricar moldes y piezas.

Fecoam apuesta por aprovechar los materiales y residuos