sábado. 20.04.2024

Cambiar de hora, ¿de verdad es un ahorro?

Los medios de comunicación nos anuncian cada seis meses el cambio horario, que se justifica porque según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) se ahorra energía. Pero, ¿dónde está ese estudio y dónde está el ahorro? Hay muchos empresarios, ciudadanos y científicos, como Manuel Toharia, director de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, que hace mucho tiempo que recomiendan mantener todo el año el horario de verano.

 

El único motivo del cambio horario es que se aproveche la luz solar la primera hora de las mañanas de invierno, de forma que supuestamente se ahorre energía en iluminación, y su costo correspondiente.

 

Cuando en el último domingo de octubre se cambia al horario de invierno nos encontramos que al día siguiente se hace de noche a las seis de la tarde en vez de a las siete. Por lo tanto, se encienden las luces una hora antes que si se mantuviese el horario de verano.  Es mucho más gasto en iluminación. ¿Dónde está el ahorro?

 

Al amanecer están en activo el 25% de la población y es dudoso que se laven o se afeiten en el baño con luz solar. Los comercios no abren hasta las nueve o diez de la mañana, mientras que al anochecer están en activo todos los comercios y el 100 % de la población: haciendo la cena en la cocina, el abuelo en el salón, el niño estudiando en su habitación... Por lo tanto, es mucho mayor el consumo de luz al atardecer que al amanecer. ¿Dónde está el ahorro?

 

La mayoría de las industrias y comercios necesitan iluminación artificial todo el día, por lo que no les afecta nada el cambio horario. Los trabajos al aire libre, como la agricultura o la construcción, trabajan en invierno mientras hay sol y adaptan su horario a la luz solar. Les da igual el cambio horario.

 

La iluminación pública de calles, carreteras, autovías, rótulos y edificios privados tienen un sistema de fotocélula crepuscular que se activa y conecta la iluminación al bajar la intensidad del sol. Por ello, estarán encendidas tantas horas como sea de noche, menos en verano y más en invierno. Da exactamente igual que cambiemos la hora de nuestro reloj. ¿Dónde está el ahorro?

 

La seguridad vial es peor de noche y el tráfico al atardecer es mucho mayor que al amanecer. Por lo tanto, el horario de invierno es mucho más perjudicial para la seguridad vial.

 

El cambio de hora cada seis meses supone que cada europeo tenemos que cambiar los relojes, de pulsera, el del coche, el reloj despertador, la cocina, el salón, DVD, la oficina, etc. En Europa esto supone cada seis meses cambiar la hora de más de 1.000 millones de relojes que no están conectados a Internet.

 

Si el cambio horario fuese beneficioso para Cataluña sería perjudicial para Galicia y a la inversa, ya que tienen casi una hora solar de diferencia. Los países y regiones se adaptan a sus horas de luz solar, los países del Norte de Europa tienen unos horarios de trabajo, comer y dormir distintos a los países del Sur. No hace falta cambiar las agujas del reloj, ellos ya adaptan sus horarios y comen a las doce del mediodía, cenan a las siete, etc.

 

Si se empeñan en cambiar la hora la solución más lógica sería adelantar la próxima primavera una sola vez el reloj media hora y dejarlo siempre así. Es la media de la luz solar entre verano e invierno, y el objetivo estaría cumplido sin necesidad de cambiar 1.000 millones de relojes cada seis meses. En cualquier caso, el horario de verano es el que mejor aprovecha la luz solar en verano y en invierno.

En un sondeo de opinión entre sus asociados Asecom ha corroborado que al 76% de sus empresas y comercios les beneficia el horario de verano. El aceptar sin rechistar el cambio de hora cada seis meses demuestra que los europeos confiamos ciegamente en nuestros dirigentes.

Cambiar de hora, ¿de verdad es un ahorro?