viernes. 19.04.2024

 

La contractura muscular es una lesión que todos hemos sufrido alguna vez en la vida. Principalmente porque es una de las más comunes en nuestro país por todas las personas que realizan un ejercicio de forma continuada o hasta incluso pueden aparecer por realizar ciertos esfuerzos en un puesto de trabajo determinado. Por suerte, una contractura en sí no suele ser una lesión grave pero sí que es cierto que si no se trata de forma adecuada puede desembocar en algo mayor. Y ahí sí que se entraría en problemas.

 

En términos específicos, las contracturas se definen como una contracción en el músculo que radica de forma continuada en el tiempo. Esto provoca una tensión muscular que hace que éste no pueda realizar su función de forma normal. Esta zona se mantiene dura e hinchada, de ahí que el paciente note un abultamiento al tacto, que suele ser llamado ‘nudo’. Entre los tipos de contracturas musculares podemos destacar los siguientes:

  • Durante un esfuerzo: Las contracturas suelen aparecer cuando se realiza un esfuerzo físico elevado y de forma continua sin la preparación física adecuada. Todo esto se puede traducir en una inflamación del músculo y la posterior aparición del dolor.
  • Posterior al esfuerzo: Después de haber realizado el ejercicio físico en cuestión, la contractura puede aparecer por la incapacidad del músculo a volver a su estado de reposo normal.
  • Residuales: Suelen darse en las personas que llevan mucho tiempo sin realizar un ejercicio físico por una lesión grave. Después de asimilar un esfuerzo, la musculatura adyacente a la zona lesionada tiende a contraerse como mecanismo de protección.

 

Causas de las contracturas

Las principales causas de las contracturas musculares suelen estar relacionadas principalmente con la carga incorrecta durante un ejercicio o un trabajo. Una carga incorrecta duradera en trabajos repetitivos constantes y trabajos de gran esfuerzo físico puede distender los músculos e incluso producir tirones. Esto desemboca en una descompensación en la tensión de los grupos musculares individuales, cuyas consecuencias son dolor elevado, acortamiento y rigidez del músculo.

 

Las malas posturas también pueden considerarse como una de las causas. Una postura poco natural y duradera al estar sentado en el escritorio produce en algún momento contracturas, calambres y dolores musculares. Las lesiones anteriores también pueden traducirse en una posterior contractura ya que el cuerpo después de una lesión reacciona como un mecanismo de protección de comprime los músculos cercanos a la zona afectada. Las cargas psicológicas pueden producir contracturas musculares sin que seamos conscientes de ello.

 

Síntomas de las contracturas

Las clásicas señales de una contractura suelen ser dolores tirantes y sordos. Y pueden darse en todas las partes del cuerpo. Por ejemplo, las contracturas en la zona cervical pueden desembocar en dolores a través de los glúteos en los brazos y en las piernas. Las contracturas musculares fuertes acortan y endurecen extremadamente los músculos y estos endurecimientos pueden mostrarse al tacto como nudos o bultos debajo de la piel. Otras molestias frecuentes son los trastornos circulatorios en manos y pies, así como episodios de mareos.

 

Tratamiento

Como en todo tipo de lesiones que no revisten una gran novedad, hay multitud de tratamientos con los que reducir el dolor. Uno de los más importantes para reducir todo el dolor de la zona afectada y que no desemboque en una lesión mayor suele ser el reposo. Estar un tiempo parado y renunciar al ejercicio físico durante alrededor de 15 días.

 

Uno de los tratamientos que suele tener un impacto positivo en la lesión son los masajes y la aplicación de calor en la zona. Para las aplicaciones de calor también se emplean emplastos de fango, irradiación de luz roja o almohadas eléctricas que proporcionan un alivio eficaz del dolor y relajan la musculatura en tensión. La aplicación de bolsas de agua caliente en las regiones doloridas o un relajante baño integral con agua caliente han demostrado ser igual de buenos. Las medidas fisioterapéuticas también contribuyen notablemente a una mejoría de las contracturas musculares, entre otras cosas también porque se conciencia a los pacientes de sus malas posturas corporales y así pueden evitarlas en un futuro.

 

Hoy en día, con el objetivo de poner fin a las contracturas musculares también se suele acudir a la tecnología de andulación. Esta es una nueva terapia biofísica que combina tres tratamientos naturales altamente contrastados en estudios médicos internacionales: vibraciones mecánicas, calor por infrarrojos y una postura (ergonomía) horizontal del paciente. A través de estas tres técnicas se consigue aliviar el dolor de diferentes patologías asociadas al dolor agudo y crónico, aunque de forma complementaria también favorece la microcirculación sanguínea y una relajación muscular, lo cual ayuda mucho en el tratamiento de contracturas.

 

Otro tratamiento famoso en los últimos tiempos es el de la acupuntura. Este método de la medicina tradicional china está acreditado para tratar muchas otras molestias además de las contracturas musculares. Con las punciones, también conocidas como acupuntura, se alivian eficazmente los dolores agudos y se ayuda a eliminar las contracturas y bloqueos musculares.

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Todo lo que debes saber sobre las contracturas musculares