jueves. 28.03.2024

 

Las últimas investigaciones realizadas por el Instituto de Empresa Familiar sobre el colectivo ponen de manifiesto que existe una relación directa entre tamaño de empresa y competitividad. El crecimiento empresarial se encuentra especialmente limitado por barreras jurídicas, fiscales y laborales, pero también por cuestiones relacionadas con la gestión. Sobre este último aspecto ha tratado la jornada organizada por la Asociación Murciana de la Empresa Familiar (Amefmur) junto a Improven y que se enmarca dentro del convenio de colaboración firmada por ambas entidades.

 

En concreto, ha hecho referencia a la necesidad de combinar el oficio y los valores que son la esencia de la empresa familiar con la profesionalización de la gestión. “El entorno en el que trabajan las empresas familiares está en continua transformación. Adaptarse a los cambios, apostar por la innovación, actualizar formatos y procesos son pasos necesarios para seguir siendo competitivos”, ha explicado el presidente de Amefmur, José María Tortosa.

 

Por su parte, Sergio Gordillo, socio director de Improven, ha señalado que “estamos en un cambio de época siendo conscientes que los modelos de negocio tradicionales se enfrentan a grandes retos en los siguientes ejercicios”.

 

En su intervención ha identificado a empresas buenas y a buenas empresas. Las primeras son empresas “experimentadas, con muchos años en el mercado, veteranía y maestría, en las que existe un cariño por las cosas, por cuidar los detalles. Su entorno es cerrado, tradicional, familiar, excluyente a nuevas influencias y en las que podríamos destacar el esfuerzo, el sacrificio y el compromiso como principales valores”. Las segundas, que denomina buenas empresas, “se encuentran orientadas a la maximización de los resultados y muestran altos grados de eficiencia. Son empresas totalmente procedimentadas, estandarizadas, abiertas al nuevo conocimiento, altamente profesionalizadas y exigentes”.

 

La clave, según Gordillo, para que la gestión ayude al crecimiento de la empresa y, por tanto, a la rentabilidad, está en conseguir “un correcto equilibrio entre valores y eficiencia. Coger lo mejor de cada grupo, una empresa familiar con arraigados valores y gestionada con criterios profesionales, y una multinacional profesionalizada e impregnada de esos valores familiares es una magnífica combinación que nos hará alcanzar la excelencia”.

 

Por ello, ha animado a “romper el techo de cristal” y a “no conformarse”. Un camino que supone nuevos retos para las empresas familiares como, por ejemplo, la necesidad de revisar la propuesta de valor, de reducir los excesos de compromisos personales, de crear estructuras para que fluya el conocimiento o de fomentar el trabajo en equipo y los proyectos a medio y largo plazo.

 

Gestionar valores con criterios profesionales, clave del éxito en la empresa familiar