Una de las características que mejor define al empresariado murciano es su resiliencia. Con tenacidad, sacrificio y el equilibrio justo entre prudencia y audacia, ha sabido capear los años más duros del temporal que hace una década sacudió a la economía española e internacional. El tejido empresarial de la Región de Murcia ha salido reforzado de estas dificultades y contempla ahora un futuro que se presenta moderadamente optimista pero muy prometedor.
Si bien hemos dejado atrás lo peor de la tormenta, será fundamental saber aprovechar los nuevos vientos y corrientes para llegar a buen puerto, en un momento donde permanecer inmóvil puede traer más riesgos que beneficios. Estamos en un nuevo ciclo que debemos afrontar con visión de futuro y dinamismo. Varias palancas pueden ser clave en estos momentos.
La primera de ellas es la digitalización y la modernización de las estructuras y modelos empresariales, fundamental para que la organización compita de forma eficiente allá donde opere. La innovación, así como la diversificación de productos y servicios, son caminos que siempre suelen tener recompensa. La tecnología y los procesos que afectan a la cadena de valor se actualizan constantemente para dar respuesta a las demandas del mercado.
En segundo lugar, la internacionalización es sin duda una de las grandes oportunidades de crecimiento. La Región de Murcia cuenta con numerosas empresas dotadas de capacidad para competir en mercados exteriores, bien en entornos ya familiares como la Unión Europea, el norte de África o Latinoamérica, o bien en otros mercados de alto potencial como Norteamérica, Oriente Medio y Asia.
Las dos primeras palancas nos llevan inevitablemente hacia la tercera, la colaboración con universidades, centros de formación y administraciones públicas. Para estimular la innovación hace falta investigación, y para competir internacionalmente necesitamos, entre otras cosas, un buen dominio del inglés. El papel de las universidades y los centros de formación resulta crucial para contar con equipos profesionales especializados y desarrollar el know-how que permitirá a las empresas murcianas destacar en el entorno nacional e internacional. El fomento del emprendimiento y la colaboración interempresarial también son activos que debemos estimular.
Finalmente, la cuarta palanca es un factor intangible que afecta a toda la Región de Murcia y que debemos construir en común: el desarrollo de la marca de nuestra región y de nuestras ciudades. Una marca va más allá de un nombre o símbolo identificativo. La marca sintetiza la identidad de aquello que representa, transmite valores y ayuda al recuerdo. Es uno de los instrumentos comerciales más potentes de que disponemos, y podría ser determinante a la hora de destacar a la posición de la Región de Murcia en el mapa nacional y europeo.
Activando correctamente estas cuatro palancas, y contando con el apoyo de las administraciones públicas, las empresas de la Región de Murcia continuarán abriéndose paso en un futuro siempre incierto pero, como decíamos antes, muy prometedor.