Ojo con las tarjetas de pago aplazado: en verano se multiplican
La directora general de Consumo y Artesanía, Sonia Moreno, recomendó que “antes de firmar un contrato de una tarjeta con una entidad bancaria se cuente con toda la información suficiente de todas sus características”.
La dirección general de Consumo aconseja a los ciudadanos que se informen detenidamente antes de adquirir una tarjeta bancaria ‘revolving’ de compra aplazada. Las entidades bancarias la ofrecen como un crédito al consumo, que permite el aplazamiento de los pagos como si fuera una línea de crédito, que conlleva una serie de intereses.
Estas tarjetas están enfocadas al consumo, que se incrementa en los meses de verano debido a las vacaciones y a las rebajas, y permiten adquirir productos, financiándose el pago de los mismos en los meses futuros, como si de un préstamo se tratase. La compra se realiza como una tarjeta de crédito convencional, pero la amortización del crédito y el pago están sujetos a unos tipos de interés prefijados en la contratación.
La directora general de Consumo y Artesanía, Sonia Moreno, recomendó que “antes de firmar un contrato de una tarjeta con una entidad bancaria se cuente con toda la información suficiente de todas sus características”. La información que deben facilitar las entidades financieras está normalizada por la Unión Europea y se conoce por las siglas INE. Debe entregarse a la persona consumidora en formato papel, electrónico o en cualquier otro soporte duradero.
Desde la Dirección General de Consumo se recomienda leer detenidamente toda esta información para evitar confusiones y preguntar todo lo que no esté claro o no se entienda. A través de la INE se puede acceder a las principales características del contrato y permite la posibilidad de compararlo con otras ofertas. Si no se facilita toda la información precontractual, la persona consumidora podrá solicitar la anulación del contrato.
La información que debe figurar en la INE es la modalidad de pago que ofrece la tarjeta, cuota de la tarjeta, cuantía de los costes del crédito, la tasa anual equivalente (TAE) y si es necesario contratar un servicio accesorio para obtener el crédito, como disponer de una cuenta corriente en la misma entidad o contratar algún seguro.
A pesar de los beneficios de estas tarjetas, también existen riesgos a tener en cuenta como que estos productos conllevan un riesgo asociado a la contratación, ligado a las condiciones que de no ser comunicadas al consumidor pueden generar malestar y obligaciones que le generen perjuicios; elevados intereses por el uso del crédito; a veces, condiciones confusas y/o desconocidas que las personas consumidoras aceptan sin saber exactamente a qué les obliga; que su uso indiscriminado puede generar una deuda que se incrementa progresivamente; que conllevan grandes comisiones, en el caso de impago de las cuotas o de la deuda; y que suelen incluir elevados costes de mantenimiento.