Pedreño reflexiona este jueves sobre la IA aplicada al sector agroalimentario
El 12 de septiembre, en el aula Cajamar de Murcia, tendrá lugar una jornada organizada por el Colegio de Ingenieros Industriales y la Fundación Integra, en la que se debatirá sobre el futuro de la inteligencia artificial aplicada a sectores tradicionales de la Región de Murcia, como es el sector agrícola y agroalimentario. La jornada contará con la participación de Andrés Pedreño, nacido en Cartagena, ex rector de la universidad de Alicante, Doctor Honoris Causa por la Nottingham Trent University, director del Observatorio de la IA, empresario e inversor en startups disruptivas, y uno de los mayores expertos en inteligencia artificial de nuestro país.
Antes del evento, Pedreño ha contestado a dos preguntas sobre la inteligencia artificial en el sector agrícola, su futuro y los aspectos positivos que puede aportar en la realización de tareas.
¿Qué futuro crees que tiene la IA en empresas de sectores tradicionales como es el agrícola o la agroalimentación y qué transformaciones se esperan en estos sectores con su aplicación?
El futuro de la inteligencia artificial en sectores como el agrícola y el agroalimentario es realmente impresionante con casos de uso que están llamados a acelerar un cambio de proporciones históricas. Estos sectores, que tradicionalmente han dependido en un alto porcentaje de métodos manuales y la experiencia acumulada, están comenzando a experimentar una transformación profunda impulsada por la IA, el "big data", el "blockchain" y la robótica.
En primer lugar, la IA puede mejorar la eficiencia y productividad del sector agrícola mediante el uso de algoritmos predictivos para optimizar el uso de recursos como el agua, los fertilizantes o los pesticidas, reduciendo costos y el impacto ambiental. Por ejemplo, gracias a la agricultura de precisión, los agricultores pueden tomar decisiones más informadas basadas en datos en tiempo real sobre el estado del suelo, las condiciones meteorológicas o las plagas.
Asimismo, la IA está impulsando la automatización de tareas repetitivas y arduas, como la siembra y la cosecha, mediante la utilización de robots agrícolas y drones equipados con visión artificial. Esto es particularmente importante en un momento en que muchos países enfrentan una escasez de mano de obra agrícola. Esto sin entrar en la revolución de la calidad donde se van dando pasos impresionantes en la agricultura regenerativa.
En el sector agroalimentario, la IA puede transformar la cadena de suministro al optimizar la logística, mejorar la trazabilidad de los productos y garantizar la seguridad alimentaria. Por ejemplo, los algoritmos pueden prever demandas de mercado y ajustar la producción en consecuencia, minimizando el desperdicio. Además, herramientas basadas en IA permiten rastrear productos desde su origen hasta el consumidor, proporcionando una garantía de calidad y transparencia que los consumidores valoran cada vez más. Otra área clave es la mejora en el desarrollo de nuevos productos, donde la IA puede analizar preferencias de los consumidores y datos de salud pública para proponer alimentos más originales, saludables y sostenibles. Incluso no estamos lejos de una personalización en la producción de alimentos, en función de datos compartidos que identifican desde gustos a restricciones alimentarias.
La IA no solo aumentará la eficiencia y la sostenibilidad de estos sectores, sino que también abre nuevas oportunidades para la innovación, haciendo posible un modelo agrícola y agroalimentario más digitalizado, inteligente y sostenible. Sin duda, los próximos años serán cruciales para la adopción masiva de estas tecnologías en sectores tradicionalmente menos tecnológicos.
¿De qué manera podemos quitar el miedo a aquellos que piensan que la IA tendrá efectos negativos en su futuro laboral o empresarial?
El temor a que la inteligencia artificial (IA) afecte negativamente el futuro laboral o empresarial es una preocupación que puede llegar a ser comprensible, especialmente en un contexto de transformación digital tan acelerado. Sin embargo, es clave cambiar la narrativa y enfocarnos en cómo la IA, bien aplicada, puede ser una herramienta revolucionaria, de empoderamiento, más que una amenaza. En primer lugar, la IA no debe verse como un sustituto absoluto de los seres humanos, sino como una tecnología que puede aumentar nuestras capacidades.
En muchos sectores, la IA tiene el potencial de automatizar tareas repetitivas y tediosas, permitiendo a las personas concentrarse en trabajos de mayor valor añadido, como la creatividad, la estrategia o la toma de decisiones complejas. Este enfoque se conoce como "IA aumentada", donde las máquinas y los humanos colaboran para obtener mejores resultados. Este enfoque es el correcto y los países que creen miedos infundados o pongan énfasis en sus riesgos, sin potenciar sus aplicaciones estarán en desventaja.
Es crucial invertir en la formación y la educación continua para que las personas puedan adaptarse a estos cambios. Las empresas tienen una gran responsabilidad en este sentido, al promover el reskilling y el upskilling de su personal, ayudándoles a adquirir nuevas habilidades que serán esenciales en una economía cada vez más digitalizada.
Además, muchos de los trabajos que veremos en el futuro aún no existen hoy, lo que abre la puerta a nuevas oportunidades profesionales. Por otro lado, es fundamental que se comuniquen los beneficios tangibles que la IA puede aportar a las empresas. Hablamos de mejoras en la eficiencia operativa, la capacidad de tomar decisiones basadas en datos, y la posibilidad de innovar en productos y servicios.
La IA, cuando se adopta de manera estratégica, se convierte en una ventaja competitiva clave para cualquier empresa, desde las más pequeñas hasta las grandes multinacionales. Es normal que haya resistencia al cambio, pero creo que un enfoque transparente y pedagógico, que destaque tanto las oportunidades como las medidas que se están tomando para minimizar los posibles efectos negativos, es esencial para reducir el miedo. Por supuesto, también es importante que exista un marco ético claro que garantice el uso responsable de la IA, para que las personas confíen en que esta tecnología será utilizada para mejorar la calidad de vida y no para sustituir el talento humano. En síntesis, la clave está en prepararnos adecuadamente, invertir en formación y cambiar la narrativa hacia una visión más optimista y colaborativa entre humanos y máquinas. Con un enfoque adecuado, la IA debe convertirse en un aliado poderoso para mejorar tanto el ámbito laboral como el empresarial.