COYUNTURA ECONÓMICA

La economía regional se desacelera, pero resiste con más firmeza de la esperada

La economía regional mostraba signos de desaceleración gradual conforme avanzaba el año 2022 (Archivo).
Así lo destaca el Boletín de Indicadores de Coyuntura Económica y Laboral de diciembre 2022, elaborado por el CESRM.

La economía regional mostraba signos de desaceleración gradual conforme avanzaba el año 2022. A mediados de verano, algunas entidades especializadas en análisis económico estimaban incluso que podría entrar en recesión en el tramo final de la anualidad. Sin embargo, a tenor de lo que revelan los indicadores de coyuntura recientes, resiste con más firmeza de la esperada. Varios factores promueven que la economía crezca por encima de las previsiones. Se pueden citar los mercados laborales robustos, la continuidad de los efectos de la apertura tras la pandemia, una demanda fuerte, los cuellos de botella en fase de relajación, la evolución favorable en los precios del gas -en España, además, permitiendo que la inflación amaine-

En la Región de Murcia, las previsiones divergen acerca de la magnitud de la progresión. AIReF, la más pesimista, adelanta para el tercer trimestre un aumento interanual del PIB de un 0,8%, que permite extrapolar un 2,2% tomando la media de los índices de volumen de los tres primeros trimestres. Hispalink prevé para 2022 un 3,8%, mientras que CEPREDE lo deja en un 3,2%.

El proyecto de ley de presupuestos de la CARM se aventura con un 4%. El apartado de revisiones para el año que termina lo completa BBVA Research, la más optimista, que eleva medio punto su anterior estimación para dejarla en un 4,3%.

En el ámbito de la oferta agregada, no todos los sectores inciden de forma positiva en el crecimiento de la economía regional. El sector primario parece estancado por culpa sobre todo del pronunciado incremento de los costes de producción, con energía más lubricantes y fertilizantes a la cabeza.

Las lluvias abundantes de principios de año han condicionado también el descenso de las producciones de determinados cultivos de regadío. Este panorama puede verse contrarrestado por el alza de los precios percibidos por agricultores y ganaderos, aunque es incierta la repercusión de todo lo anterior en la renta agraria.

En términos de empleo, la evolución interanual es a la baja. La industria regional aguanta mejor, a pesar de la incertidumbre, como denotan los indicadores de coyuntura y empleo. El IPI se mueve de forma activa sobre todo en el sector de bienes de consumo duraderos y en el de la energía; por ramas, la trayectoria interanual es sobresaliente en Industria de la madera y corcho, Fabricación de bebidas, Industria del cuero y del calzado y Suministro y refino de petróleo.

La construcción se beneficia del impulso de la obra pública, mientras que, en el sector de la edificación residencial, los últimos datos no permiten obtener una conclusión: la estadística de visados de vivienda apunta al optimismo pero el número de las iniciadas conlleva una cierta reducción de la actividad. La
evolución del precio de la vivienda, acelerada y con incrementos altos hasta el primer trimestre debido a la prominente inflación y el encarecimiento de los materiales, comienza a contenerse, en parte atribuible a las subidas de los tipos de interés hipotecarios, que, asimismo, hacen mella en las operaciones de compraventa.

Los servicios se caracterizan por la recuperación laboral, mientras que los indicadores de coyuntura siguen patrones diferenciados según el sector. En general, parece que la actividad se recupera al completo tras la COVID-19, pero esto no se traslada al sector hotelero y al comercio minorista.

En cuanto al transporte, retoma el pulso la modalidad de mercancías por carretera tras el paro de los camioneros autónomos a inicios de año y persiste la fortaleza en la actividad marítima. En dirección inversa, el transporte aéreo repunta pero no regresa a los niveles de 2019.

El análisis de la demanda agregada regional, que requiere de estimaciones indirectas, no lleva a conclusiones determinantes. El consumo muestra una resistencia mayor que la esperada, lo que se sostiene en base al IPI de bienes de consumo, aunque difiere el índice de la cifra de negocios del comercio minorista a precios constantes, sin estaciones de servicio, cuyos registros todavía están lejos de los de antes de que irrumpiera el coronavirus. La inversión parece afectada por un debilitamiento significativo, incluso pudiéndose hablar de retroceso, a partir del IPI de bienes intermedios y de las cifras de matriculación de vehículos industriales.

El comercio exterior vuelve a presentar unas cifras vigorosas, conforme a la intensidad del aumento interanual que presentan tanto las exportaciones como las importaciones, en primer lugar en su componente energético, pero también con una aportación muy destacada de las producciones no energéticas. Esta expansión se debe al crecimiento de los precios, ya que, al menos en las ventas exteriores, su volumen, con signos de debilitamiento en los últimos meses, disminuye. A precios corrientes, sobresale el estancamiento observado en los vegetales en fresco, derivado del que afecta a frutas y hortalizas, aunque, en los productos de la industria alimentaria y en grasas vegetales, se genera un incremento relevante.

Dentro de las exportaciones no alimentarias, la trascendencia económica es mayor en plásticos, metales comunes, productos químicos y maquinaria y aparatos, pero el avance de facturación más potente se observa en materias textiles. El enfoque geográfico sigue caracterizado por el protagonismo del mercado francés, mientras que, en cuanto a las variaciones interanuales, Italia apunta una evolución a la baja, la única entre los países más importantes de la Unión Europea.

En un contexto en el que la inflación española es la más baja de la Europa de los 27, el IPC general de la Región de Murcia presenta una tasa anual de crecimiento del 7,4% en noviembre. El precio de la luz retrocede, pero las subidas de meses anteriores se trasladan a otros productos de consumo, lo que deja rastro en la inflación subyacente regional, que alcanza un 7%. Se desbordan sobre todo los precios en el ramo de la alimentación, de forma singular en los productos elaborados, mientras que los bienes más inflacionistas de este grupo son el azúcar, los huevos y la leche. Otros grupos con una inflación elevada son Muebles, artículos del hogar y artículos para el mantenimiento corriente del hogar, Transporte y Restaurantes y hoteles.

La Encuesta Trimestral de Coste Laboral, que no abarca al sector agrario, verifica que el tiempo de trabajo efectivo supera incluso los niveles anteriores
a la pandemia. Constata a su vez la moderación del incremento de los costes laborales, con independencia de su cómputo mensual o por hora efectiva, si
bien la industria presenta subidas más altas. Esta moderación también caracteriza a la negociación de convenios colectivos cuyo ámbito territorial es la Región de Murcia, con apenas un tímido repunte que deja en noviembre el aumento salarial pactado en un 2,41%.

Las cuentas consolidadas de la CARM arrojan nuevamente un saldo negativo. Destaca la contracción de los ingresos no financieros, que notan la pérdida de ingresos extraordinarios aportados por la Administración del Estado para combatir los efectos de la COVID-19 y la liquidación negativa del sistema de financiación de entregas a cuenta del mes de julio. En consecuencia, las transferencias corrientes se contraen fuertemente y la evolución de los impuestos indirectos también se ve perjudicada. En el lado positivo, crecen los impuestos directos, gracias a la preponderancia del IRPF. Los gastos no financieros se elevan moderadamente, aunque los del capítulo de transferencias corrientes disminuyen sobre todo por la desaparición de ayudas vinculadas a la pandemia.

El déficit público de la CARM en términos de contabilidad nacional es el más alto autonómico en términos relativos, un −1,79% del PIB regional, mientras que la deuda pública está en un 33,4%, sólo inferior a Comunidad Valenciana, Cataluña y Castilla-La Mancha.

La EPA apunta a un estancamiento del mercado de trabajo regional en el tercer trimestre de 2022. La población activa se estima en 749.800 personas.
En cuanto a la cifra de ocupados, se cuantifica en 640.800, más baja que en el trimestre anterior por motivos estacionales –en verano, se resiente el empleo regional en el sector agrario y en la enseñanza, así como en actividades de transporte y almacenamiento- y que un año atrás. Al desagregar por variables demográficas, lo más claro es la caída en el grupo de población de 35-44 años, mientras que los resultados por sexo y nacionalidad dependen de si la comparación es intertrimestral o interanual.

Respecto al tercer trimestre de 2021, la disminución afecta más al empleo por cuenta propia y a tiempo parcial. El empleo indefinido, sin embargo, despega como efecto de la última reforma laboral. La tasa de temporalidad laboral de la Región de Murcia es de un 22,9%, casi siete puntos porcentuales menos en el transcurso de un año.

El paro estimado regional crece, cifrándose en 109.000 personas, mientras que la tasa de paro se sitúa en un 14,5%. La afiliación en alta laboral a la Seguridad Social repunta en la Región de Murcia después de una caída que toca suelo en septiembre. En noviembre, la cifra regional de afiliados es de unos 631.300. La llegada del otoño favorece la afiliación en el Sistema Especial Agrario, aunque, en comparación con 2021 o el periodo anterior a la pandemia, se dinamiza sobre todo el Régimen General.