¿Y después? El compromiso empresarial es fundamental
La gravedad de la situación demanda movilizar todos los recursos posibles para gestionar la crisis tan particular a la que nos enfrentamos. Ahora no es tiempo de enfrentamientos sino de unión y compromiso. Afortunadamente se empiezan a vislumbrar señales positivas en países que llevan sufriendo esta pandemia antes que nosotros. No obstante, también debe ser tiempo de reflexionar sobre el después. Sin duda, la capacidad de sobreponerse en el ámbito económico resultará esencial para la recuperación social.
Estos días asistimos a una conciencia social sin precedentes en las últimas décadas. Por supuesto me refiero al trabajo abnegado de aquellos profesionales que nos están ayudando a conllevar esta crisis de la mejor manera: sanitarios, fuerzas de seguridad, sector de la alimentación, transportistas, entre otros, así como todo tipo de héroes anónimos que contribuyen desinteresadamente a paliar todo tipo de necesidades. Es común encontrar en los medios sociales ofrecimientos de conocimientos de toda índole para hacer más llevadero nuestro sufrido confinamiento.
Sin embargo, quiero centrar mis próximas líneas en el ámbito empresarial. Somos testigos emocionados de la colaboración de un buen número de empresas tanto nacionales como regionales: Inditex, Santander, Mango, El Corte Inglés, Marnys, Estrella de Levante, PCComponentes o Liwe, entre otras, en una lista que crece día a día incluyendo prácticamente a la mayoría de empresas del Instituto de la Empresa Familiar, así como de la Asociación Murciana de la Empresa Familiar. De hecho, la mayoría de las empresas implicadas en la ayuda social tienen el denominador común de ser familiares. De sus valores y planteamientos es posible extraer enseñanzas de gran utilidad para el tiempo que debemos afrontar.
Las empresas puramente capitalistas se guían exclusivamente por criterios económicos, los números mandan para decidir la continuidad de sus proyectos. Sin embargo, para las empresas familiares la orientación a largo plazo, la supervivencia, es uno de sus objetivos distintivos, por eso muestran una gran capacidad para hacer frente a todo tipo de adversidades. La generosidad de sus actuaciones en la crisis actual pone de manifiesto su deseo de contribuir no solo a ayudar a resolver la situación actual sino también a mejorar el próximo escenario económico. Su especial vinculación con el territorio, con empleados, clientes y proveedores tienen un peso esencial en sus decisiones. Muchas de ellas son especialmente longevas y han afrontado circunstancias muy desfavorables en el pasado de las que han aprendido y que ahora moldean su comportamiento.
En resumen, la colaboración y el compromiso de nuestras empresas será determinante para sobreponernos a la crisis provocada por el coronavirus. El liderazgo empresarial debe estar basado en una orientación a largo plazo que supere la miopía del beneficio a corto. Solo así tendrá sentido el enorme esfuerzo de ayudas financieras gubernamentales basadas en los impuestos pagados por todos. Además del mantenimiento del empleo, esta implicación empresarial contribuirá a la generación de respeto, credibilidad, en otras palabras, de reputación que constituye un activo intangible inimitable que incrementará la competitividad de las empresas comprometidas y les permitirá su continuidad en el tiempo. Y de todo esto, saben mucho nuestras empresas familiares.