Reflexiones de un farmacéutico para el Día Mundial
Como presidente de Grupo Hefame, me dirijo a los farmacéuticos en este Día Mundial para mostraros mi más profundo reconocimiento, en mi nombre y en el de la Cooperativa a la que represento, por la labor que desde el sector se está realizando. Estamos viviendo una crisis sanitaria de tristes consecuencias, que solo podremos superar a fuerza de solidaridad, una actitud que hemos de pedir y poner en práctica todos para evitar que se siga saturando el sistema sanitario, mientras se desarrollan tratamientos o vacunas que frenen de otro modo la expansión del Covid-19.
Cada día, desde que comenzó la pandemia, se ha pedido generosidad a los ciudadanos, ligando ese sentimiento, primero a la permanencia en casa, y luego a la adopción de medidas preventivas como el uso de la mascarilla o el mantenimiento de la distancia de seguridad, tratando de limitar así el contagio y el avance del virus. Pero esa generosidad se ha traducido necesariamente en otro comportamiento, y tiene un aspecto bien distinto, en el ámbito sanitario y, por tanto, en el sector farmacéutico.
Desde el inicio de la crisis, los farmacéuticos hemos salido de casa para atender, escuchar y tranquilizar a los ciudadanos; hemos contribuido a evitar el colapso de los centros de salud, ofreciendo nuestro consejo; hemos protegido a nuestros pacientes, preocupados ante la expansión de la epidemia, y nos hemos ofrecido a colaborar con las autoridades en cuantas responsabilidades hemos considerado que podíamos ser útiles.
Nos encontramos ahora en un momento crucial, cuando el coronavirus se expande de nuevo sin tregua, y la población, como siempre, acude a sus farmacias de confianza en busca de respuestas. Los farmacéuticos hemos trabajado sin desmayo, con el desgaste personal y las pérdidas humanas que ello ha supuesto, porque somos un servicio público. Pero el Día Mundial del Farmacéutico es un buen momento para recordar a las autoridades sanitarias que, como los profesionales sanitarios que somos, deseamos y podemos hacer más.
Hoy está sobre la mesa un manifiesto de la profesión farmacéutica, impulsado a través del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos, para poner a disposición de la Administración y los ciudadanos, una vez más, la red de más de 22.000 farmacias del país y los más de 54.000 profesionales que en ella trabajan, para ayudar a frenar la pandemia, mediante la coordinación con los centros de atención primaria para aumentar su capacidad asistencial, estableciendo protocolos para ello; la realización de tests de Covid, el acceso a la futura vacuna de Covid...
Esto profundiza y extiende la reivindicación planteada hace unos días en la carta de los farmacéuticos al ministro de Sanidad y las peticiones de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE), los colegios de farmacéuticos y la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac) a las autoridades sanitarias sobre la necesidad de que permitan la realización de test de Covid-19 en las farmacias, un asunto que sigue bloqueado.
Asistimos a situaciones como que los ciudadanos adquieren los tests, sin garantías, a través de cauces no autorizados, con el riesgo que su uso inadecuado y la incorrecta gestión de los residuos biosanitarios suponen para el paciente y el medio ambiente. A ello cabe añadir la incómoda situación a la que nos enfrentamos los farmacéuticos, que no estamos autorizados a hacer las pruebas, cuando el paciente acude a pedirnos que le ayudemos a valorarlas.
Interpretar los datos de forma correcta, a través de un sanitario como el farmacéutico, y derivar al paciente a su médico, en caso necesario, ampliaría las garantías a los ciudadanos, permitiría un mayor rigor en el registro de datos de incidencia de la pandemia y descargaría la presión sobre el colectivo médico.
Confiemos en que el sentido común se imponga y podamos finalmente prestar los servicios que como recursos sanitarios de primer orden podríamos asumir y que serían de tanta utilidad en un momento tan crítico como el que vivimos.
Hoy quiero reivindicar que los farmacéuticos estamos preparados para asumir nuevas tareas. Recordemos que hemos trabajado junto a las autoridades en la dispensación de medicamentos a domicilio, reparto de mascarillas, donación de productos, y cada vez que nos han necesitado, al tiempo que hemos seguido prestando servicio al paciente con las garantías de siempre. Es oportuno que nos reivindiquemos como parte del sistema sanitario que somos, con la esperanza de que finalmente se nos confíen las labores que por nuestra cualificación, vocación y experiencia podemos asumir.
Las consecuencias de la crisis están siendo agotadoras, pero nos queda el consuelo de saber que estamos haciendo lo que se espera de nosotros. Podemos sentirnos orgullosos de haber consolidado el reconocimiento de la población, que ha valorado y expresado su respaldo a través de gestos y mensajes en redes sociales y medios de comunicación. Nuestra posición en primera línea de atención al paciente nos ha permitido actuar con anticipación y realizar una labor eficaz de concienciación que desde otras posiciones sería, sin duda, más complicada. Nuestra consideración como principales centros sanitarios de proximidad no es cuestionable y debe entenderse desde todos los ámbitos como un recurso valioso.
Como presidente de la tercera distribuidora del país, quiero romper una lanza también por todas las personas que trabajan en la distribución, para valorar su entrega en unos momentos tan difíciles, cuando lo más humano es querer permanecer en casa, lejos de la amenaza del virus. Nuestro agradecimiento a la labor que desarrollan tantas personas que garantizan la llegada de los medicamentos a los ciudadanos y centros sanitarios en un tiempo en que, sin duda, es vital, a pesar del riesgo para su bienestar. Desde primera línea hemos constatado en Hefame el compromiso y la determinación de los responsables de las mayores instituciones de la distribución española, de cuyos órganos de representación formamos parte, para garantizar el abastecimiento allá donde se necesita, y puedo dar fe de la autoexigencia que se imponen para estar a la altura de lo que la sociedad requiere. Todos ellos merecen nuestra consideración.
Esta crisis nos ha brindado la oportunidad de descubrir el valor de tantas personas y profesionales, que hacemos que salir cada día a trabajar, a pesar de los riesgos, tenga sentido; ver cómo tantos afrontamos cada nueva jornada con la energía de quien sabe que la solidaridad es más valiosa cuanto más se compromete el bienestar social. Todas esas personas sois la prueba de que ser farmacéutico, más allá de una profesión sanitaria, es la verdadera expresión de la responsabilidad social.
Felicidades y gracias a todos.