El arte de convivir (pese a la pandemia) – Capítulo I
Soy de Sant Feliu de Guíxols, en la Costa Brava, que, al igual que buena parte de los pueblos y ciudades de la Costa Cálida o de la costa en general, está orientado a la vida marinera y al mar. Hace unos días, salí a navegar mientras disfrutaba de unos días de vacaciones y, mirando al pequeño grupo que manejábamos la embarcación a vela, nuevamente constaté que el arte de la convivencia de la tripulación bien podría extrapolarse a la vida en general.
Me explico.
Para ver cómo se maneja una persona dentro de un equipo, basta con invitarla a navegar pasando un par o tres de noches a bordo. De este modo puede verse, a mi entender y con bastante precisión, las habilidades de convivencia y trabajo en equipo, tanto en el rol de líder, cómo en el de colaborador o tripulante.
En el caso de un velero, por ejemplo, si no te gusta la tripulación puedes pensar que sólo son unos pocos días y que no volverás a verlos o trabajar con ellos, es algo circunstancial. Por tanto, el control de tu estado de ánimo es más sencillo, porque las repercusiones son tolerables. Pero, cuando se trata de la familia, amigos o incluso veraneos en grupos familiares, el tema se complica, es delicado sobre todo porque las emociones están involucradas.
Vivir en confinamiento, con restricciones o teletrabajando, con los niños en casa, sin saber a ciencia cierta lo que pasará dentro de unos meses en el entorno laboral, con una manera diferente de podernos relacionar con el equipo, con la familia, con los amigos, crea inquietud y desconcierto que ponen a prueba nuestras habilidades de convivencia. No importa si somos líderes o tripulantes puesto que, después de todo, “estamos en el mismo barco”.
Por ejemplo, a menudo nos sentimos afectados o incluso heridos por una conducta o palabras de otra persona. A antes de responder con algún reproche intentemos pensar fríamente y hacernos las siguientes preguntas: ¿Por qué dice esto? ¿Por qué lo dice de esta manera? ¿Por qué toma esta actitud?
Una vez lo hayamos hecho, entonces decidamos la actitud que queremos tomar, sabiendo que, dependiendo de la que elijamos, el resultado de nuestra comunicación con esta persona o grupo va a cambiar y la de éstos a su vez. Dicha elección nos hace co-responsables del resultado de las emociones que se generen.
Si… ya sé que es difícil y no se vayan a creer que no es un esfuerzo para mí también. Y podemos navegar hacia un rumbo de mejora de nuestras habilidades de convivencia juntos. En los próximos artículos compartiré mi experiencia como Trainer de Dale Carnegie y con el ánimo de contribuir a resolver y mejorar nuestras habilidades en el arte de la convivencia.
Ahí va uno de los primeros principios de Dale Carnegie para ponerlo en práctica en este complejo y fascinante arte de convivir: “Trata de ver las cosas desde el punto de vista del otro”.