No decidir es la peor de las decisiones

Tuve una conversación con mi buen amigo y compañero Jesús Lakunza que quisiera compartir con vosotros.

 

Decía que "hay personas que hacen que las cosas ocurran, otras que ven que las cosas ocurren y, por último, hay algunas que no se enteran de lo que pasa".

 

Esta frase que puede resultar graciosa, de hecho lo es, nos llevó a pensar en una de las esencias de los principios de Dale Carnegie: vivir con intención.

 

Vivir con intención supone no dejar que la vida pase casi sin darnos cuenta, sin tomar decisiones y dejándonos llevar. Porque no os engañéis, no tomar ninguna decisión, es también una elección con sus consecuencias.

 

Idefectiblemente la vida nos reta a cada segundo y vivir con intención supone tener claro que todo lo que hacemos o decimos, por acción u omisión, tiene consecuencias, y que esas consecuencias deben ir en línea con nuestros objetivos, con nuestros valores, con cómo queremos vivir y a dónde queremos llegar.

 

Cada día tomamos decisiones. Cada una de ellas es una oportunidad. Unas serán acertadas y otras no, pero si han sido tomadas con intención, buscando un objetivo, son válidas: hacer o no hacer algo, descansar todo el día, ir o no ir... Lo importante es que lo decidamos nosotros y lo hagamos con una finalidad.

 

Así que parafraseando a mi compañero “Aprovechad cada oportunidad para avanzar hacia vuestros objetivos, decidid con intención y sed felices”.

 

Así lo haremos, querido amigo.