TARUGA. Arte y Disrupción
Elena Maroto y David Murcia son pareja. Su formación les unió en Madrid en un Máster después de haberse licenciado en Bellas Artes. Sus producciones son de una calidad y belleza excepcional, aunque últimamente sus exigencias profesionales y familiares no les permiten crear como cuando comenzó su carrera profesional. Su arranque fue un poco entre bohemio, underground y rockanrolero.
Vivieron y produjeron arte en Berlín y Nueva York. Me los imagino paseando por Alexander Platz en Berlín, disfrutando, currando y de vez en cuando preguntándose ¿Y luego, qué?… ¡Exacto!, fue su proceso de búsqueda, necesario en profesionales que tienen que encontrar su propio camino. Una farmacéutica, un ingeniero, una informática, que termina de estudiar y tiene sus salidas claras. ¿Pero una pareja cuya formación y talento es pintar y crear al óleo, que “cojones” hacen? El circuito del arte es un canutillo finísimo por el que pasa muy poca gente y muchas veces no depende de tu talento o trabajo sino de incontrolables variables casi imposibles de manejar.
Tras su estancia en Alemania y USA se instalaron en el pueblo de David, San Javier, que les recibió como a “Hijos Pródigos”, pero exigiéndoles trabajo y dedicación de alargar jornadas de clases de arte y alguna que otra locura pintando murales de todo tipo. Algunas fotos de David subido a una grúa pintando la fachada de una nave y jugándose la vida por las alturas, y de alumnos de Elena que asistían a sus clases en las que aprendían a mezclar colores, hacer formas y desarrollar su creatividad siguen por ahí colgadas en internet.
Elena comenta que esta fue la etapa más dura de Taruga, los comienzos siempre son muy exigentes y uno tiene que estar dispuesto a desgarrase la piel por su idea. Ellos ya habían aprendido lo que es ser artista en nuestro mundo, conocían lo difícil que es ganarse la vida. Ahora les tocaba comprender lo que quería la gente, su cliente, y encontraron de modo natural cómo quedarse en casa del cliente, embelleciendo sus espacios y fijando su marca en su mente.
Entre 300 y 400 mil euros facturaban cuando nos conocimos. Los conocí en el restaurante del Corte Inglés de Plaza Fuensanta. Venían a pedirme ayuda para abordar su siguiente etapa de desarrollo. Habían validado que existía un mercado emergente B2C y B2B para la pintura mural, y su motor era y es ofrecer la oportunidad a artistas de todo el mundo de pintar murales que complementen o constituyan sus ingresos como pintores. Un sueño de una pareja que siempre se ha bebido la vida a tragos grandes con un poco de Bacardí.
Durante los siguientes años 2018 y 2019 hicimos algunos cambios, procedimentamos las operaciones de la empresa, implantamos un ERP, solicitamos la ayuda de una agencia de marketing excepcional, Medusa Visual, y, sobre todo, entraron en el ecosistema de Lanzadera en Valencia. Esto fue un punto de inflexión.
La formación y el acompañamiento de Lanzadera en la vida de Taruga han sido nuclear. Les ha hecho pasar de aprendices a mentores, de estudiantes a profesores, de emprendedores a empresarios. Son maestros del desarrollo y crecimiento de una startup cebra.
Las cebras son empresas adaptadas a la economía real y no especulativa. Se mueven en entornos digitales y cambiantes, y buscan el crecimiento sostenible. Huyen de la exponencialidad que origina desequilibrios, y, lo que más me gusta de ellas, es que son SINCERAS. No tienen porqué vender burraspitcheando en todos los foros. Son lo que son, y si no te gustan, pues no inviertas en ellas; ahora, que si lo que te interesa es algo auténtico, ahí lo tienes.
Taruga tiene un ticket medio de 1.100 euros, una verdadera pasada, con un margen de contribución del 60%, generan 500 leads mensuales y el 2022 cerraron con 1.6 millones de facturación. Este año no voy a contar las previsiones, porque prefiero esperar, pero se van a salir de la tabla.
Durante su paso por Lanzadera se incorporó a la empresa como CTO Andrés Ángel. Un gran compañero de viaje, comenta David. Talento digital, con gran sensibilidad estética y con la fuerza para compensar a David, que sigue siendo a estas alturas de la película una fuerza desbocada de la naturaleza, arrollador y con un empuje como pocos. Pronto nos descolocarán incorporando nuevos servicios innovadores de plataformización en su portfolio.
Una de las claves de la participación de Andrés en el desarrollo de Taruga es la puesta en marcha de modelos que generan, analizan y predicen datos. En la empresa se mide todo, aman los dashboards, lo que permite que nada sea inerte. Se mejora, se cazan oportunidades y se innova continuamente. Taruga es como una lavadora que está centrifugando datos todos los días.
El mundo es de Dios y Él se lo alquila a los valientes. Esta es la frase que me viene a la mente cada vez que veo una publicación en redes sociales de Taruga Creaciones.
PD. A Carlota y Matías, los hijos de David y Elena, que han venido a su familia a dar sentido al esfuerzo de sus padres.