Salvador Marín, cambiar las cosas desde dentro
Llamada a primerísima hora y con una puntualidad que roza lo británico (ahora mejor decir europeo) aparecemos en la plaza Belluga en el aniversario de su nacimiento una mañana de frío en Murcia. Aunque Salvador Marín vive a caballo entre grandes ciudades como Madrid, Murcia y Bruselas, aún se identifica como nacido en Cartagena, criado en Corvera aunque ciudadano del mundo: en más de 65 países ha llegado a aposentar su mochila.
Nos sentamos y otra sorpresa: en esa mochila de trabajo lleva más cosas que yo en mi bolso, llena de fundas de aparatos electrónicos. Y es que confiesa vivir en permanente conexión, aunque, como buen docente, dice no renunciar al papel y el bolígrafo.
Salva se muestra reservado, creo que efectivamente lo es, pero también porque intuyo que quiere ser prudente en esta entrevista que sabe no será al uso… ya les advierto que, si han seguido su trayectoria profesional, coincidirán conmigo en que se trata de una persona brillante que merece una entrevista a la altura. Y que, como me habían advertido nuestros conocidos comunes, se trata de un estratega.
La primera pregunta sale sola: ¿A qué dedica Salvador Marín la mayor parte de su tiempo profesional?
Principalmente se lo dedico a mis funciones de presidente de la Federación de EFAA, la Federación Contadores y Auditores para pequeñas y medianas empresas de Europa, junto con mi presencia en el Consejo General de Economistas de España, mi participación como docente en la Universidad y mi actividad profesional de la economía.
No es poco.
Pero se trata de saber algo más del entrevistado. ¿Es verdad que le gusta correr?
Efectivamente suelo correr, es una adicción difícil de combatir cuando te enganchas a ella. Sobre todo si has visto el mundo corriendo.
Confiesa que lo primero que echa en la maleta son las zapatillas y la ropa de correr. Y aunque una agenda profesional no suele dejar mucho tiempo para el turismo, sí ha conocido muchas ciudades en las jornadas matutinas de deporte que suele hacer allá donde viaja.
Sé que una palabra que le define bien es la estrategia, pero ¿se definiría usted como ambicioso?
(De nuevo muy prudente… ya luego verán que en algún momento llega a relajarse) No me gusta mucho esa palabra, de hecho, diría que me gustan los retos. Creo que cuando alguien quiere hacer bien su trabajo, al menos en aquellos lugares en los que se ha comprometido a estar, debe darse al 100%, pues si no, qué dejaríamos para después. Siempre he intentado que no me quedaran las ganas de haber hecho esto o aquello antes de abandonar un proyecto que llevaba entre las manos.
Sabía de Salvador Marín que era un hombre de palabra, riguroso, serio en su trabajo. También que sabe vivir el momento en cada cosa que hace, y ahora descubro a un hombre amable al que le gusta ayudar en lo que puede y con amigos en muchos países y lugares. El quinto hijo de una familia numerosa en la que los valores, el respeto y la valentía de apostar por uno mismo era, y espero que siga siendo, marcas que definen a un gran profesional. Uno que de esos que deja en las instituciones en las que ha estado aquella esencia de lo que es.
Sin necesidad de preguntarle, deduzco que aquello de lo que más se enorgullece es sin duda la internalización de las empresas que puso en marcha, desde antes de ser consejero, y luego lanzando programas específicos en el Info y posteriormente en los distintos cargos que ha ocupado
Y, precisamente, ante mi pregunta sobre qué echa en falta en las empresas hoy en día, asegura que dice apostar más por el crecimiento y el crecimiento en el extranjero. Y a largo plazo. “… conseguir las metas es siempre cuestión de tiempo…”.
Hablemos de economía… ¿a favor o en contra del capitalismo?
Cuando eres liberal, apuestas por el capitalismo, con las quiebras que éste puede tener, y con los ajustes que deben realizarse en momentos determinados por parte del Estado. Pero, sin duda, no puedo optar por otra alternativa, pues no existe. Y si no, miremos a Rusia. Si queremos cambiar alguna institución debemos hacerlo desde dentro. Conociendo y mejorando el sistema, respetándolo porque serán las reglas que nos igualen a todos en condiciones, ya que no podemos pensar que los políticos no son necesarios. Cuando has estado sentado en un Consejo de Gobierno aprendes que los políticos son necesarios y, además, es necesario que tengamos a buenos políticos. Y luego… todo a su tiempo. Hoy ahora, toca sobreponerse a estas circunstancias tan complicadas para las empresas como la pandemia.
¿Qué detesta?
Si con algo no puedo es con la mentira, la traición, aunque no soy hombre vengativo, ya que cuando algo no me aporta, me aparto. Andamos en un mundo de comunicación extrema y no puedo con las medias verdades. Prefiero que se respete al ciudadano, se empatice con él. Ya que éste opinará, igual que el resto de stakeholders, y con la información necesaria tendrá que decidir. Tenemos que potenciar la palabra de la sociedad civil, que desde la crisis del 2009 está muy silenciada, y es importante que tengamos libertad para fomentar el desarrollo.
Para lograr los objetivos ¿Qué no se dejaría nunca?
Al equipo. Sin duda siempre en todos los proyectos en los que he tenido que ponerme al frente, me he intentado rodear de personas capaces y brillantes, a las que hay que dejar hacer y desarrollarse. Entonces será cuando los grandes proyectos lleguen a culminarse.
Entre leer o ir al cine, habiendo escrito tantos libros ¿con qué se queda?
Me quedo con algunas películas que me encantan, El Padrino, Los últimos de Filipinas, Joker… Suelo leer mucho sobre economía, me gusta y es parte de mi trabajo, por vocación soy investigador. Creo que la meritocracia se aprende desde pequeños. Con el esfuerzo, se lo digo a mis alumnos, junto con un buen método, y el talento, todo es posible. Si he conseguido publicar muchos libros, siempre ha sido gracias a los equipos, siempre hablo de las personas que empiezan, los becarios... a ellos también debemos dejarles hacer. Recuerdo cuando yo lo era en cuarto de carrera. En aquel entonces descubrimos otro colega y yo el primer ordenador IBM para la contabilidad de la empresa en la que, sin tener mucha idea, empezamos. Conseguimos que petara el mercado de aquella población. Siempre hay que intentar innovar, porque la innovación te lleva a crecer. Y si no crecemos nos paralizamos. Hay que navegar entre dos aguas, la de hacerlo bien y para hoy, y tratar de ser perfeccionistas.
Me intriga saber cómo se forja a un murciano que acaba llegando a presidir una institución de economistas a nivel europeo que engloba a más de 400.000 profesionales. Y cómo su bagaje y trayectoria han hecho de él un hombre de palabra, de acción, de retos, de tradición y al mismo tiempo de innovación. Y, sin duda, será con la palabra que me menciona más de una vez: orden. Sabiendo a dónde quería llegar, sabiendo qué se demandaba de él en cada momento, sabiendo lo que uno quiere, y quiere dejar de legado.
Para mí, este café exprés con Salva Marín ha sido un regalo. Poder conocer de cerca a un gran profesional que vive a cada minuto lo que piensa, porque vive de lo que habla, y piensa como vive. En pocas personas encuentro tanta coherencia, y siempre es un gustazo descubrir que siguen existiendo personas de una pieza como el señor Marín. Gracias por dejarme mirar más allá de su lado profesional, siempre es un gustazo escribir en Los Mejores de la Región, de quienes quiero que sean mis referentes, para un día intentar parecerme a ellos.