La línea de la vida

Cuando vi la recién estrenada película de AlmodóvarDolor y gloria, salí del cine con la sensación de haber compartido los momentos más importantes de la vida del director. No sé si la cinta es autobiográfica, pero no importa, ya que no hablaré de ella, sino de su estructura, porque suelo utilizar un ejercicio parecido llamado la “línea de la vida” en mis sesiones de coaching y en los entrenamientos en liderazgo.

 

En ocasiones anteriores, he comentado que este se asienta en un autoliderazgo, para lo cual se necesita tener un buen autoconocimiento y una buena comprensión de sí mismo. Mi afirmación parte de la premisa de que “lo que no se conoce, no se puede gestionar” y de que la primera responsabilidad es cómo te gestionas a ti mismo.

 

Una buena manera de ordenar y de poner en valor quién eres consiste en tener una idea clara de lo que han sido los momentos relevantes de tu vida. Aunque usted ya la conoce ¡faltaría más!, es interesante revisar los momentos, los aprendizajes y el orden en que la cuenta. En ese punto, entra el ejercicio de “la línea de la vida”.

 

No se trata de amontonar momentos, como si fueran fotografías. Solemos tener los archivos de fotos como un cajón desastre y periódicamente nos decimos que lo tenemos que ordenar, borrar muchas y quedarnos con las más significativas. Se trata de hacer un selecto álbum de los momentos relevantes de su vida y conviene hacerlo periódicamente. Nada cambiamos tanto como nuestro pasado, ya que algo que fue insignificante, adquiere un sentido diferente por unos hechos recientes.

 

A veces, descubrimos que éramos felices y no lo sabíamos o al revés. Ponemos en valor algunos momentos vitales, pero no definitivamente, porque pueden cambiar. No hay más remedio que echar mano de la reflexión y hacer un esfuerzo de análisis para decidir los momentos claves en nuestra vida, para poder entender y aprender de ellos. La esencia de nuestro relato está formada a partir de recuerdos significativos, con los que la fraccionamos en diferentes etapas.

 

Este relato se puede expresar de una manera gráfica. En la mitad de una cartulina o de uno o dos folios, se traza una línea que abarca desde el nacimiento hasta el día de hoy. Vamos definiendo y escribiendo los acontecimientos relevantes, que hayan tenido una influencia notable y hayan sido momentos de cambio, que condicionaron nuestra vida de una manera diferente.

 

No solo los hitos, sino también las personas que participaron y las consecuencias que hubo. No es necesario hacer una línea de toda la vida. Se puede elegir un periodo determinado que se quiera entender mejor y recolectar sus aprendizajes. Sea como sea, va a definir y mantener vivos los momentos más relevantes de su vida emocional. ¡Casi nada! Por eso hará falta una buena dosis de concentración, reflexión y síntesis.

 

En mi experiencia, la utilidad del ejercicio es entender la visión sobre la vida y sus consecuencias, qué valores hay detrás de las decisiones y cómo afrontamos el cambio. Entender el pasado nos puede servir para aceptarlo y para estructurar el futuro.

 

No tiene nada que ver con evidenciar los errores o los fracasos y arrepentirnos. Entender cómo hemos llegado a la situación actual es ya un gran éxito. El avance en introspección es formidable, pues permite conocer el modelo mental que se tiene, explicar sus resultados y aprendizajes y cambiar resignación por aceptación. Le sugiero que la comparta con alguien de su confianza y se escuche. Pregúntese qué emoción le provoca.

 

Somos los relatos que nos contamos. Las historias nos definen y las vamos construyendo, no con lo que nos pasa, sino con lo que hacemos con lo que nos pasa. Decimos en coaching, que las cosas no existen hasta que las declaras. Heidegger apuntaba que, en ocasiones, hay una interrupción del fluir de la vida, algo inesperado que te obliga a revisar tu conducta y a decidir un nuevo curso de acción. Cuando lo interpretamos de manera positiva tenemos una oportunidad, pero si la interpretación es negativa, tenemos un problema. Esas situaciones pueden abrir o cerrar posibilidades. La línea de la vida ayuda a entender lo que pasa y porqué pasa. Permite mirar al futuro con más serenidad.

 

Por cierto, también vayan a ver la película. Ya me dirán.