Sobre la claridad, la coherencia y su consecuencia

Hace poco, en el MBA de la Universidad, un grupo planteo el tema Cultura de Empresa, ejemplarizada por la cultura de Netflix. Hicieron una buena presentación sobre temas básicos de cultura y el impacto que tiene en las empresas.

Luego nos explicaron las luces y las sombras de la cultura en Netflix. A grandes rasgos, lo que caracteriza esa cultura son los siguientes principios:

 

  1. Fomentar la toma de decisiones independientes por parte de los empleados.
  2. Compartir información de manera abierta, amplia y deliberada.
  3. Ser extraordinariamente sinceros entre sí.
  4. Mantener solo a nuestra gente altamente efectiva.
  5. Evitar reglas y crear contextos

 

Eso los ha llevado a tener 125 millones de usuarios, aunque cada cuenta es compartida por 2 o 3 personas. Tiene un incremento de usuarios de 5 millones por trimestre y están presentes en más de 190 países. Un crecimiento espectacular. Y la explicación está en la forma y manera en manejan la gestión, es decir, en su cultura.

 

Los alumnos llevaron la discusión al tema de la relación entre las personas. “Ser extraordinariamente sinceros”. En la práctica implica decir lo que se piensa, aunque sea incomodo, en ser crítico con el statu quo y tomar decisiones difíciles sin agonizar.

 

En esta empresa, saben que invertir en la contratación de los mejores empleados y construir una cultura de empresa que recompense a los mejores trabajadores es fundamental para el éxito. Pagan por encima de mercado, porque quieren tener un equipo extraordinario. Y también saben que muchas personas “valoran mucho la seguridad laboral, y preferirían trabajar en compañías cuya orientación se refiera más a la estabilidad, la antigüedad y el trabajo en torno a la efectividad inconsistente del empleado. Nuestro modelo funciona mejor para las personas que valoran la excelencia constante en sus colegas”.

 

¿Y qué hacen con los trabajadores que no son tan buenos? Los despiden. En plena coherencia con sus principios. Se declaran que no quieren ser una familia sino un equipo deportivo de élite. Los jugadores que no son lo suficientemente buenos, no los sientan en banquillo, se les despiden. Imagine a un equipo que retuviera a todos los jugadores que no estuvieran a la altura. ¡Menuda rémora!

 

¿Y quién lo hace? Pues los propios colegas que valoran si la contribución es la adecuada. Y la dirección los despide de manera rápida. Hace poco, el CEO pidió disculpas a la plantilla por tardar demasiado en despedir a un directivo que no estaba a la altura. O el caso de Patty McCord, ex directora de la oficina de talento, que diseñó el modelo de gestión de personas y después de 14 años de permanencia se le comunicó que ya no hacía falta.

 

Hoy en día es una gurú de management, a nivel internacional y agradecida a Netflix. Porque cuando se despide a alguien, se le da una indemnización relevante y una carta de recomendación. La mayoría encuentra trabajo rápidamente. Ser malo en Netflix, significa ser muy bueno en otras culturas.

 

Hace unas semanas salían artículos en prensa sobre el mal clima en Netflix, la ansiedad de los trabajadores y lo que suponía tener que “delatar” a los que tenían funcionamiento mediocre. Hablaban de “dura política de supervivencia”.

 

Pregunté a los alumnos si querrían trabajar en una compañía así. Un poco menos de un tercio. A la mayoría les parecía una cultura muy dura y “algo despiadada”.

 

Era un tema de interpretación de conceptos. Cuando hablamos de límites, tenemos que clarificarlos con mucho cuidado. Andamos buscando una organización sin sorpresas. Imagine que las reglas de juego del futbol no estuvieran claras. Sería el caos. No saber porque te pueden expulsar o pitar falta. ¡Que angustia! Las reglas están claras, el árbitro tiene la autoridad y, han añadido el VAR, por si las dudas.

 

El ejercicio físico es muy recomendable a todo nivel. No es lo mismo el nordic walking, que una maratón, que un triatlón, que una Ultra. Hay gente para todo. Hay que encontrar el que más te conviene.

 

El debate entre los alumnos de quién iría a trabajar a Netflix, o parecidos, nos hizo pensar a todos sobre los pros y contras de las culturas empresariales. No hay culturas buenas o malas. Puede haber culturas éticas y no éticas, pero aquí la decisión es obvia.

 

Hay culturas donde voy a encontrar más sentido que en otras. Donde habrá más sintonía con mis valores y me será más confortable. Y no tengo que descubrirlas porque tendrían que ser claras y transparentes, con lo que ya sabes dónde te metes. El drama aparece cuando lo descubres más tarde.

 

Por cierto, en su empresa ¿cómo anda de claridad, de coherencia y de sus consecuencias? Felices y reflexivas fiestas. Nos vemos el año que viene.