Es interesante quien se interesa
Suena el móvil, son las 6:46 de la tarde. Antes de aceptar, compruebo de quién se trata. Es mi amigo Luís, acepto la llamada y me dice "Hola, Jaime, ¿cómo estás?" en un tono amable y alegre que me hace sentir bien.
Luis es un buen amigo. Su manera de empezar la conversación tiene algo distinto de las llamadas de otros. Noto algo diferente, apenas perceptible pero que me llega al alma. La conversación continúa y nos ponemos al día acerca de nuestras vicisitudes profesionales en esta época del COVID-19. Repasamos también cómo nos van las cosas en las respectivas familias, hijos y nietos: de momento ningún contagio y coincidimos en que no podemos bajar la guardia. Hemos compartido información sobre tendencias de los mercados, le he pedido su parecer en algún tema y en diez minutos hemos quedado en hablarnos o vernos nuevamente dentro de un mes.
Al acabar la llamada me doy cuenta de que, en estos diez minutos de conversación, Luís ha hecho que me sintiera muy bien... ¿Por qué será?, ¿qué ha hecho Luís para lograr esto?, ¿puedo hacer yo lo mismo para hacer sentir a los otros de la misma manera?
Ahora más que nunca, la convivencia con los de casa o con los de fuera tiene una dimensión más compleja. Reflexionando, veo que Luís ha hecho algo que todos deseamos y necesitamos. En su "Hola, Jaime", he notado un tono de voz sincero, genuino, auténtico, y luego ha proseguido con un “¿cómo estás”, en vez del tradicional “¿qué tal?”. Luis lo pregunta sinceramente, se está interesando de verdad por mí, me escucha. Además, analizando nuestra conversación, me doy cuenta de que el que ha hablado más he sido yo.
La conversación ha durado apenas diez minutos y a Luis le ha sobrado tiempo para hacerme sentir importante, ¡yo le interesaba realmente! La paradoja es que Luis se ha convertido en una persona interesante porque se interesa. Mi amigo Robert Korp, de Dale Carnegie Austria, me dijo una vez "es interesante quien se interesa".
Ahí está la clave. Nos pasamos tiempo, 'luchando' para que se interesen por nosotros, por nuestras ideas, opiniones, percepciones y demás. En efecto, luchamos por ello. Lo hacemos con nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros colegas y nuestros jefes. Cuando, en vez de luchar, posiblemente logremos lo mismo de forma más fácil si escuchamos y nos interesamos por los demás.
Con este ejemplo, vemos que existe una vía más sencilla para hacer sentir bien a aquellos con quienes convivimos, o con lo compañeros, a los que no veo hace tiempo debido al teletrabajo, haciendo que la convivencia entre nosotros sea más fácil y fluida.
Ahora viene lo más difícil: hay que hacerlo sinceramente. Cuando el interés no es sincero, se nota y es peor. Así que si no lo puedes hacer sinceramente mejor no lo hagas. Mi amigo Luis lo hace con toda sinceridad, noto que todo él está en esta frase y lo percibo en el tono y en su genuino y pausado... "Hola, Jaime, ¿cómo estás?”.
Así de simple y sencillo. Nos lo recuerda Dale Carnegie: "Interésate sinceramente por los demás". Todos lo podemos hacer, está en nuestras manos elegir hacerlo. Y si lo hacemos conseguiremos hacer sentir mejor a los demás, de la misma manera que deseamos sentirnos nosotros.
En los próximos artículos seguiremos con el tema de la convivencia: ¿Alguna vez te has sentido sólo en medio de personas con las que convives?.