He leído los libros de Dale Carnegie un montón de veces y, cada vez que lo hago, me siento identificado con alguna historia.
Seguro que alguna vez te has sentido invadido por problemas y preocupaciones que te quitan el sueño y hacen que camines por la vida arrastrando los pies. Yo soy uno de ellos. Entonces leí la historia de un contemporáneo de Carnegie.
Se trata de un tipo que en los años 40 vivió en Oklahoma. Situaos, la situación de EE UU tras la seguda guerra era de escasez y racionamiento. El Sr. Blackwood, que así se llamaba el sujeto, se vió atacado por seis problemas, de los gordos, a la vez:
- Problema nº1. Blackwood tenía una escuela de negocios al borde del cierre. Los chicos iban a la guerra y, la mayoría de las chicas, ganaban más dinero trabajando en alguna fábrica de material bélico. En consecuencia, no había alumnos matriculados.
- Problema nº2. Tenía un hijo luchando en la Guerra. ¿Puede haber una preocupación peor que esa?
- Problema nº3. La ciudad de Oklahoma había decidido expropiar terrenos para construir un aeropuerto y la casa de nuestro amigo y su família de 6 miembros estaba justo en medio de la zona a expropiar. En nada se quedarían sin hogar dónde vivir.
- Problema nº4. El pozo de la propiedad de Blackwood se estaba secando, eso le obligaba a acarrear aguan en baldes o a gastarse un montón de dólares que no tenía para construir otro.
- Problema nº5. el viejo Ford tenía los neumáticos desgastados y su cartilla de racionamiento no permitía conseguir unos nuevos. ¿Cómo recorrería los más de cinco kilómetros que separaban su hogar de la escuela de negocios?
- Problema nº6. Su hija estaba a punto de entrar en la universidad y no podría hacer frente al coste de los estudios. Sabía que esto le destrozaría el corazón.
En una noche de insomnio, Blackwood, escribió en un papel sus seis problemas convencido que no había nadie en el mundo con una situación peor a la suya. Estaba acostumbrado a luchar contra problemas con ciertas posibilidades de vencerlos pero los actuales eran del todo superiores a sus fuerzas. Desesperado guardó el papel en el escritorio y se olvidó. Al cabo de un año y medio, encontró el papel y para su sorpresa se dio cuenta que las preocupaciones y temores que afectaron a su salud, ninguna de ellas llegó a suceder. El libro detalla como se solucionó cada cosa pero no quisiera extenderme.
La verdad es que el 99% de las cosas que nos angustian nunca llegan a suceder. Cuando estoy muy obsesionado recuerdo esta frase: Hoy es el mañana que me preocupó ayer.