Lo mismo eres autónomo y no lo sabes. Voy a tratar de echarte una mano.
Un autónomo es, por definición, “todo aquel que decide conscientemente qué reglas son las que van a guiar su comportamiento”. Libre, independiente.
Si dispones de tu propio móvil, portátil u otras herramientas de trabajo, decides tu horario y, además, tienes la potestad de poder decidir cuándo y dónde, eres autónomo.
No tienes jefe que decida todo eso por ti, por lo tanto, eres libre.
Sería diferente si tuvieras un responsable por encima, unos hitos que cumplir marcados por otra persona y un horario estricto. Entonces, no serías autónomo.
Solución al enigma de los riders: tiene pinta de que son autónomos.
Una vez hechas las aclaraciones, toca ser realistas: al final, aquí la cuestión es quién paga la fiesta de la Seguridad Social, no el (supuesto) problema de la seguridad.
Lo siento mucho, pero si quieres ser autónomo, tener clientes desde el minuto 0 y que, además, pongan a tu disposición una plataforma totalmente gratuita, esto es lo que hay.
Si no, directamente montas tu plataforma de reparto, la pagas, inviertes y buscas clientes, ¿no?
Para la empresa, tener riders a los que no les puedas decir cuándo, cómo y dónde es un problema.
Como para cualquier otra empresa, tener autónomos es un problema.
O, si lo prefieres, un inconveniente. Varios inconvenientes, de hecho:
Primero, porque tienes que exigirles el modelo 303 del IVA anual para corroborar que, efectivamente, NO son falsos autónomos.
Segundo: deberías meterlos en un modelo TRADE y registrarlos. Aunque a Hacienda no le gusta del todo.
Tercero: tienes que asegurarte de que están cómodos trabajando así y no darles órdenes, por supuesto. No son tus empleados.
Igual que redefinimos muchos otros conceptos que no se adaptan del todo a las circunstancias actuales, quizá ha llegado el momento de redefinir el concepto de autónomo.
No pongamos palos en las ruedas. Fabriquemos nuevas ruedas.