Los primeros días de diciembre han servido para comprobar que, como decíamos la semana pasada, la ventaja de las Bolsas americanas sobre las europeas tiene sus límites. Y esos límites son los que han hecho que, pese a la aprobación por el Senado americano de la tan esperada rebaja fiscal promovida por Trump, las Bolsas europeas se hayan comportado mejor que las americanas estos últimos días.
Es verdad que, al empezar la semana, en la sesión del lunes, los índices americanos se volvieron a adelantar a los europeos celebrando la reforma fiscal, pero el efecto duró poco y a partir del miércoles y sobre todo el viernes, las Bolsas europeas han logrado recuperar posiciones, impulsadas por el avance en las negociaciones sobre el Brexit, por la posibilidad de que al final Merkel forme Gobierno y por la buena evolución del sector bancario.
Así, el Eurostoxx ha subido el 1,8% en la semana y el Dax y el Ibex un 2,3% frente a subidas más moderadas, del 0,4%, del Dow y del S&P.
Pero lo más interesante que está sucediendo en los mercados estas últimas semanas no está pasando en las Bolsas, sino extramuros de las Bolsas, en los entornos, por llamarlos de alguna manera, en los que se negocian el bitcoin y las restantes criptomonedas.
Tras casi haber duplicado su valor en las últimas dos semanas, y tras romper en poco más de veinticuatro horas de forma sucesiva los 12.000, los 13.000, los 14.000, los 15.000 y los 16.000 dólares, el bitcoin tiene ya un valor de mercado (market cap) de cerca de trescientos mil millones de dólares, lo que le convertiría, si fuese una compañía cotizada, en una de las veinte primeras acciones del S&P por capitalización bursátil.
Es muy discutible cuánto de real haya en ese valor de mercado, y es también dudoso que los mercados de criptomonedas funcionen realmente de forma eficiente y que formen los precios de manera mínimamente fiable, pero, más allá de esas dudas, que solo el paso del tiempo resolverá, la pregunta es cuáles son los mensajes que nos está enviando el bitcoin. La respuesta más habitual a esa pregunta es que estamos asistiendo a la formación de una gran burbuja en torno al bitcoin. Hay voces que sostienen que la nueva moneda virtual alcanzará los 100.000 dólares, o incluso más (Cameron Winklevoss, uno de los dos famosos gemelos, ha afirmado que el bitcoin va a apreciarse entre diez y veinte veces desde su valor actual) pero las señales que vemos nos indican más bien que se ha generado una fiebre especulativa cuyo pinchazo llegará tarde o temprano.
Esa fiebre especulativa hay que situarla, probablemente, en el contexto de la enorme liquidez que los Bancos Centrales han arrojado al mercado de forma masiva y coordinada estos últimos años. Mucho dinero buscando en los mercados financieros oportunidades de inversión que no encuentran en la economía real se desvía al final hacia cualquier tipo de activo que ofrezca la expectativa de una ganancia rápida y aparentemente segura.
Pero hay otro elemento necesario para explicar las manías especulativas y ese elemento es la ausencia total de sensación de riesgo. La convicción de que nada malo puede pasar, de que todo, absolutamente todo, irá bien. Una sensación lógica tras ocho años de mercados alcistas, en los que, cada vez que ha habido una caída, el rebote ha sido inmediato e intenso, creando así una pauta en los inversores de comprar en las caídas y esperar tranquilamente el rebote. Una estrategia que se ha demostrado ganadora.
Hace unos días el Gobernador del People's Bank of China, Zhou Xhiaochuan, expresaba su miedo a un posible "momento Minsky", es decir, una brusca caída de los precios de los activos con repercusión en la economía, como consecuencia de la complacencia excesiva de los mercados financieros. Es obvio que la eventualidad de un suceso de ese tipo está completamente descartada por los inversores, que no entienden cómo de la actual fortaleza se pueda pasar a una súbita fragilidad, pero es también obvio que la capacidad de predicción de los inversores se ha demostrado históricamente muy poco fiable, ya que todos los episodios de violentas correcciones han sido precedidos, sin excepción, de fases de optimismo muy similares a la actual.
Esta semana se lanza la negociación de los derivados del bitcoin en el CBOE de Chicago y la próxima es la Chicago Mercantil Exchange (CME) la que empieza a cotizar derivados del bitcoin en medio de la crítica abierta de algunos grandes Bancos como JP Morgan o Citi. Vamos a ver si esto sirve para ordenar el mercado o no.
Como decíamos, solo el tiempo dirá si detrás del parabólico ascenso del bitcoin hay o no una realidad que lo sustente, y solo el tiempo dirá si el bitcoin es o no la expresión extrema de una sobrevaloración de los restantes activos muy generalizada tras ocho años de "easy money" aunque ciertamente no tan radical como la del bitcoin.
Volviendo a las Bolsas, esta última semana ha sido de nuevo de subidas generalizadas, y se ha corregido en parte esa anómala situación que describíamos la semana pasada entre unas Bolsas americanas disparadas al alza y unas Bolsas europeas estancadas desde los máximos del pasado mayo. Esa divergencia entre Bolsas era, a nuestro juicio, una de las características más extrañas del mercado, máxime si tenemos en cuenta que los fundamentales de las compañías europeas son mejores que los de las americanas.
A la vez, esa divergencia está muy vinculada a que la subida de las Bolsas americanas ha estado impulsada por un número relativamente reducido de valores, sobre todo las grandes tecnológicas, las llamadas FAANG (Facebook, Apple, Amazon, Netflix, Google, a las que habría que añadir Microsoft) y los grandes Bancos. En Europa no hemos tenido valores que hayan subido de forma tan extraordinaria. Dentro del Eurostoxx el valor que más sube en el año es la eléctrica alemana E.On que gana un 46%. Entre las tecnológicas ASML sube un 37% y SAP un 15%, y entre los Bancos el que más sube es el italiano Intesa que gana un 22% en el año. Son subidas que no compensan el mal comportamiento de otros valores y que en todo caso están muy lejos de las espectaculares revalorizaciones de los grandes Bancos o las grandes tecnológicas americanas.
Enfilamos ya la recta final del año y pocas sorpresas cabe esperar. En la zona euro las Bolsas se ven soportadas por el BCE, que tiene su última reunión del año el jueves 14, y por el buen tono de la economía, reflejado una vez más en el buen PMI publicado el pasado martes, que está en sus máximos de los últimos seis años (57,5 puntos desde los 56 de octubre). En EE.UU. el informe de empleo de noviembre publicado el pasado viernes, con mayor creación de empleos de la prevista, también avala la tranquilidad en las Bolsas, y pone en bandeja a la Fed subir los tipos al 1,5% este próximo miércoles.
Esta semana hay reunión del BCE, del Banco de Inglaterra y de la Fed. La clave de la reunión de la Fed estará en el calendario de subidas para el 2018. El ya mencionado informe de empleo del pasado viernes indica que los salarios por hora siguen estancados, un dato que se puede interpretar en positivo, como el mejor de los mundos (crecimiento sin inflación) pero que, a la vez, siembra dudas, al reflejar una economía "low cost" y no muy vibrante. Es discutible que una economía así soporte bien las tres o cuatro subidas adicionales de tipos previstas por la Fed para el próximo año.
Salvo sorpresas en el controvertido inicio de lo negociación de los futuros del bitcoin o en la reunión de la Fed, lo previsible es que esta semana de vencimiento trimestral de futuros sea más bien tranquila.