Tras un extraordinario 2017, Wall Street está protagonizando uno de los mejores inicios de año de toda su historia, si no el mejor, movido por el enorme flujo de dinero que está llegando al mercado, básicamente como inversión pasiva, es decir, invirtiendo en los índices. Según datos hechos públicos la semana pasada por Merril Lynch, el dinero que ha entrado en Fondos de acciones y ETFs de Bolsa americana desde el uno de enero hasta el pasado miércoles supera los cincuenta y ocho mil millones de dólares, un importe que explica por qué en ese periodo de tan solo dos semanas y media el S&P ha subido casi un 5%.
Es obvio que, además, hay un trasfondo económico positivo, como lo hemos visto esta semana con el buen crecimiento de la economía china, que se ha situado en el 6,9% en 2017, o con el buen dato de producción industrial americana que se publicó el pasado miércoles. Pero la verticalidad de la subida se explica realmente por la presión de un dinero que acude en masa a la Bolsa americana para no perderse la fiesta. Es esa presión, más que las noticias positivas, la que ha impulsado a los índices americanos estas tres primeras semanas del año, encadenando tres semanas consecutivas de subidas.
La presión del dinero explica también el hecho de que las Bolsas americanas sean cada vez más indiferentes a los datos cuando salen peor de lo esperado, y que sigan imperturbables el camino alcista cuando las noticias no son buenas. Así sucedió con el dato de empleo americano de diciembre publicado el viernes 5 de enero, que pese a ser malo no alteró en absoluto el ánimo de los inversores, y así ha vuelto a suceder esta última semana, en la que hemos visto al S&P marcar un récord histórico detrás de otro a pesar de algunos malos resultados empresariales, como los de Alcoa o los de Goldman Sachs y otros Bancos americanos, y a pesar de la falta de acuerdo en Washington para evitar la paralización (shutdown) de la administración y del Gobierno norteamericanos.
El pasado viernes veíamos cerrar en positivo a los tres grandes índices americanos (Dow, S&P y Nasdaq) pese a la noticia de que no se había alcanzado un acuerdo sobre el temido cierre ("shutdown") de la administración. La posible falta de acuerdo había inquietado mucho a los inversores los días previos, pero lo cierto es que los "animal spirits" de Wall Street han pasado de largo sobre el tema y han seguido disfrutando. El S&P y el Nasdaq marcaron nuevos máximos históricos de todos los tiempos el pasado viernes (el décimo récord histórico para el S&P en lo que llevamos de año 2018 y uno más dentro de las varias decenas que se han ido marcando sucesivamente en los últimos meses) tras conocerse la noticia sobre la falta de acuerdo para subir el techo de gasto. Además, la semana pasada hemos visto dos nuevos récords, el primero el del periodo de tiempo más largo sin una corrección de más del 5% en las Bolsas americanas, y el segundo el de subir el Dow Jones mil puntos adicionales, hasta los 26.000, en tan solo doce días (el récord previo de los mil puntos del Dow estaba en un mes y cuatro días cuando pasó de 24.000 a 25.000).
Esta forma de subir de los índices americanos, sin descanso alguno, ha llevado a algún comentarista a utilizar la expresión "territorio bitcoin" para referirse al comportamiento de las Bolsas americanas, ya que efectivamente recuerda a la subida del bitcoin a fines del pasado año, cuando batía récords un día tras otro, impulsado por los flujos de dinero que llegaban al mercado buscando ganancias rápidas y sin la más mínima atención a los "fundamentales". El modelo, que ya hemos descrito en anteriores comentarios, de "cuanto más sube más dinero entra y cuanto más dinero entra más sube" se ha dado en todos los episodios de euforia de los mercados que ha habido en la historia, desde los tulipanes al bitcoin, y parece también se está produciendo en las Bolsas americanas, para satisfacción de Donald Trump, que se auto proclama como el inspirador principal del "rally" bursátil.
En todo caso, esta tercera semana del año las subidas han sido del entorno del 1% para el Dow, el S&P, el Nasdaq y el Eurostoxx. El Nikkei, sin embargo, se ha quedado en una subida semanal del 0,65% mientras el MSCI de Bolsas emergentes en dólares ha subido el 2%. En el acumulado anual de tan solo tres semanas la subida es del entorno del 5% para las Bolsas americanas, del 8% para el MSCI en dólares y del 2,7% para el Eurostoxx, un inicio de año impresionante.
Como antes decíamos, los inversores no prestan atención a las malas noticias, pero de todas las noticias que las Bolsas americanas ignoran, la más llamativa, a nuestro juicio, es la evolución de los tipos de interés, tanto los de corto plazo como los de largo plazo. El bono del Tesoro americano a diez años (T bond) marcó el viernes pasado el tipo máximo de los tres últimos años, cerrando en el 2,66% y el bono a dos años ha superado estos últimos días el 2% por primera vez en la última década. A la vez, el consenso de los analistas da por sentado que la Fed hará al menos tres subidas de tipos este año sin descartar que incluso sean cuatro.
Que todo esto deje indiferentes a los "animal spirits" de los inversores es, cuando menos, llamativo, y tal vez se explique por la idea, ya comentada la semana pasada, de que las subidas de tipos, además de favorecer a la banca, van a provocar una salida del dinero del mercado de bonos hacia el de acciones. Esta última idea de nuevo nos remite a los flujos de dinero, y no los fundamentales, como motor de las Bolsas, pero, a nuestro juicio, es más que dudoso que se vaya a producir esa rotación. Nos apuntamos más bien a la tesis, defendida entre otros por Bill Gross y Jeffrey Gundlach, de un impacto negativo de la subida de tipos en la valoración de la Bolsa, tras casi una década en la que las subidas han venido propiciadas por el entorno de dinero barato (easy money). Tanto Gross como Gundlach ven ese impacto negativo a partir de niveles del 3% del T bond.
En particular, la combinación potencialmente más peligrosa para las Bolsas sería la de una inflación al alza y un crecimiento no tan vigoroso como se espera. Es decir, lo contrario del consenso actual de una inflación moderada y un crecimiento fuerte. La inflación, esa "misteriosa señora" que hasta ahora no había aparecido en escena, empieza a asomar. La inflación en EEUU está ya en el 2,1%, en Inglaterra cerca del 3% y en Alemania en el 1,7%. Solo en Japón está todavía muy baja, cerca del medio por ciento.
En este contexto, la debilidad del dólar empieza a preocupar tanto al BCE, que se reúne el jueves, como al Banco de Japón, que se reúne el martes, y deberán preocupar también a la Fed, que se reúne la próxima semana, ya que le puede complicar sus políticas de normalización monetaria.
Este es el entorno y a partir de ahí las opiniones, como siempre, están divididas. Sigue habiendo voces que alertan de una fuerte corrección bursátil, como lo ha hecho la pasada semana el gran economista y profesor de Harvard Martin Feldstein, afirmando que el Per del S&P está un 70% por encima de su media histórica y que las acciones americanas se encaminan hacia una corrección. No es la primera voz en este sentido, pero, como decíamos también hay voces en sentido contrario, como las de algunos gestores americanos que afirman que al S&P le que aún una década de subidas, hasta el 2029, año en el que se produciría, según esta tesis, un cambio de ciclo a la baja.
Dejando aparte la opinión de los profesionales y de los economistas, la sabiduría popular nos dice que cuando todo el mundo está entrando en Bolsa es el momento de salirse, como, según la leyenda, lo hiciera, con evidente éxito, el padre de John Fitzerald Kennedy cuando liquidó sus posiciones antes del crash de 1.929 tras escuchar un comentario de su chofer sobre la buena marcha del Dow Jones. Pero, a la vez, la sabiduría popular también nos dice que cuando muchos pronostican una caída, esta no se produce. Hay, por tanto, un refrán para dada ocasión y una opinión bursátil para justificar cada situación que se produzca en los mercados, sea del signo que sea.
Esta semana entramos de lleno en los resultados, con nombres importantes como Procter&Gamble, Johnson&Johnson e Intel en Estados Unidos o LVMH en Europa. Además, se reúnen, como decíamos, el BCE y el Banco de Japón, como antesala de la reunión de la Fed la próxima semana y el martes se publica la encuesta de confianza ZEW en Alemania.
Si pensásemos en los fundamentales, deberíamos seguir estas noticias y la evolución del cierre del Gobierno americano, y ciertamente a medio plazo estos elementos "fundamentales" son los que harán que la tan espectacular subida de las Bolsas americana se prolongue o no. Ahora bien, a corto plazo todo eso dará igual y mientras siga llegando tanto dinero a las Bolsas americanas, el S&P seguirá marcando nuevos récords día tras día, pase lo que pase con el "shutdown", suban o no los tipos de interés y sean cuales sean los resultados empresariales.
El tiempo dirá si ese dinero está equivocado o si, por el contrario, va a obtener buenos retornos en el, según algunos, nuevo mercado alcista "secular".