Ayer asistí a una charla muy interesante de Banco Mediolanum en la que se hablaba precisamente de eso: de cómo las decisiones que tomes o hayas tomado afectan a tu vida. Y esta mañana me he levantado leyendo la noticia de que el gran gurú de las finanzas Warren Buffet había tomado una decisión respecto a sus inversiones que le ha costado “dejar de ganar” 10.000 millones de dólares.
En concreto, decidió vender un buen paquete de acciones bancarias. El titular de la noticia hablaba de “ERROR”. Llegados a este punto, cabe preguntarse… ¿Se trata de un error? ¿Ha sido una mala decisión? ¿O simplemente el Sr. Buffet ha tomado una decisión que la ha obligado a renunciar a hacer algo?
El grupo americano The Strokes, contiene un tema llamado “Bad Decisions”. La verdad, no sé si me convence eso de poner etiquetas y hablar de decisiones buenas o malas. Todo es muy relativo: lo que para unas personas es “bueno” puede no serlo tanto para otras.
El proceso de toma de decisiones es complejo y puede marcar un antes y un después en nuestras vidas. A la hora de tomar una decisión, existen dos métodos diferenciados:
- El método cognitivo. Que se da cuando razonamos nuestras decisiones.
- El método emocional. Este método surge cuando actuamos de manera repentina, convencidos/as de que esa acción que vamos a llevar a cabo es la correcta.
A la hora de invertir, entra en juego otro elemento: la presión. Debemos tomar una decisión con respecto a nuestro dinero en un espacio de tiempo limitado. Si a eso le añadimos el sentimiento de pérdida de oportunidad si no invertimos en ese momento, estamos sometiendo a nuestro cerebro a un estrés que automáticamente nos lleva a tomar esa decisión de manera emocional (no racional), con los consiguientes errores que ello conlleva.
Seguro que en este momento ya estáis agobiados/as pensando de qué manera puedo ser más racional cuando se trata de tomar decisiones financieras.
Siento deciros que existen numerosos estudios psicológicos avalando que la mayoría de nuestras decisiones son emocionales. Incluidas las que tengan que ver con nuestro dinero.
Entonces… ¿Qué hacemos? ¿Cómo podemos aprender a tomar mejores decisiones?
Os daré algunos consejos que a mí me sirven, por si os pueden resultar útiles:
- Márcate objetivos que tengan que ver contigo. Ponles fecha porque eso te ayudará a comprometerte.
- Vive el presente sin perder de vista el futuro. En la vida hay que saber disfrutar cada momento, pero no peques de ser un/a “Happy flower” y olvidarte de tu futuro.
- Planifícate. Una buena planificación de la mano de expertos, te ayudará a conseguir tus objetivos. Evidentemente a mis cuarenta y tantos, algo que me sonaba a “viejuno” como la jubilación, cada vez resuena con más fuerza en mis oídos. ¿Por qué? Porque soy disfrutona y quiero seguir siéndolo cuando me jubile, pero para eso necesito “money”. Ahí es donde debo poner mi foco: en el ahorro.
- Sé consciente de que tomar una decisión implica renunciar a algo. Cuando ante ti se presentan varios caminos y decides escoger uno, renuncias a los otros sí o sí. Luego siempre puedes volver atrás y rectificar si te has equivocado, pero primero debes elegir.
- Cuídate y quiérete mucho. No te tortures. Cometer errores forma parte del proceso y ahí reside el encanto de esta vida. ¡Qué aburrido sería todo si nadie se equivocase jamás!… ¿No crees?
Al final no se trata de tomar “buenas” o “malas” decisiones, se trata de VIVIR.