Hace poco más de un año aprobamos, para Archena, un proyecto fiscal muy agresivo denominado 'UNA REVOLUCIÓN FISCAL'. Se reducían, de forma muy intensa, todos los impuestos (IBI, ICIO etc), así como otras tasas y precios públicos. El objetivo era compensar los daños económicos que empresas, autónomos, familias y ciudadanos en general, estaban padeciendo como consecuencia de la crisis pandémica. Es el compromiso contundente, rotundo y prioritario de mi equipo de Gobierno ofrecer soporte y apoyo a todos los sectores económicos, sobre todo a los más golpeados; salvar empresas, negocios y empleos. Ayudar a todas las familias, sobre todo a las más vulnerables. El 90% de los ciudadanos de Archena se vio beneficiado por esta iniciativa tan agresiva como justa.
Este pasado viernes, 22 de octubre, pusimos en marcha la segunda fase de esta REVOLUCIÓN FISCAL. Mantenemos todas las reducciones y supresiones fiscales para el siguiente ejercicio. Bajar los impuestos es bueno para la economía, pero hacerlo sin incurrir en deuda o déficit público, manteniendo y mejorando los servicios públicos esenciales, ampliando los sistemas de cobertura social es realmente la única forma de gobernar con verdadera responsabilidad pública y política con tus ciudadanos, líneas de apoyo para facilitar el camino a quienes peor lo han pasado garantizando su supervivencia e incentivando la actividad comercial para que puedan crecer de manera sostenida y competitiva. Los ciudadanos buscan progresar económicamente y eso se consigue con más empleo y menos impuestos.
Eso es lo que hemos hecho en Archena con gran sacrificio por parte de todos. Disminuir impuestos, rebajar el gasto público, abaratar el presupuesto y mejorar los servicios y coberturas públicas municipales, pasando, por ejemplo, de 180 familias con el amparo del bono energético en el presente ejercicio, a una protección para 500 familias de cara al próximo ejercicio, sobre todo, si tenemos en cuenta el durísimo invierno energético que se nos viene encima.
Ahora, permítanme que les hable de otra forma de hacer política, la que se sustenta en la demagogia y la falta de rendición de cuentas. Lo haré con un ejemplo para que se entienda mejor; la Tasa Tobin o impuesto de transacciones financieras, que grava con el 0,2% las operaciones de compraventa de valores de grandes empresas cotizadas.
En enero de este año se aprobó dicho impuesto. Una contribución de las grandes empresas es el argumento político demagógico. Al margen de las ineficiencias que ha creado en el mercado, lo realmente grave es su resultado. El Gobierno esperaba recaudar 850 millones de euros para este ejercicio 2021, y sin embargo, hace pocas semanas el Ministerio de Hacienda hizo público que, en la mitad del año, tan solo se habían recaudado 160 millones de euros de los 425 millones debería haber cobrado, es decir, 265 millones de euros menos de lo previsto.
¿Cuál es realmente el problema? Pues que el Gobierno ya se habrá gastado esos 850 millones de euros destinándolo a políticas tan necesarias como el bono cultural para los jóvenes, muchos de ellos sin oportunidad de un empleo, o ayudas a la compañía Plus Ultra a través de la SEPI, entre otras brillantes iniciativas. En consecuencia, si esos 265 millones de euros gastados, pero no recaudados, les sumamos otros tantos del segundo semestre, el agujero de gasto público solo por esta iniciativa alcanzará los 530 millones de euros que van directamente a incrementar el déficit, y por consiguiente, a deuda pública que recae en los bolsillos de todos y cada uno de los ciudadanos de este país.
A eso hay que sumar el coste de las nóminas de funcionarios y el gasto corriente de las estructuras administrativas que habrán creado para la gestión del impuesto que ya forma parte del gasto estructural de la Administración Pública. Demagogia, incompetencia, irresponsabilidad fiscal y política …. luego no pregunten por qué se hunde la economía y crece el desempleo cuando gobierna la demagogia y la irresponsabilidad pública. Pero sepan, que otra forma de hacer política es posible.