La cosa va en serio, muy en serio. Si hasta ahora nos hablaban de esta enfermedad procedente de China como 'una gripe más dura', esa falsedad ha caído en las últimas 48 horas cual pesado muro sobre todas nuestras conciencias. Ya no hablamos de un problema lejano, ni focalizado. Es una pandemia en toda regla que nos puede tocar a todos. Es más, seguramente de una manera u otra nos va a afectar a todos.
La declaración del estado de alarma es histórica y da una proporción realista de la preocupación desbocada que existe entre los máximos responsable públicos de nuestras instituciones.
No soy experto en situaciones de alarma. No tengo recuerdo de haber vivido nada semejante. Es más, puede que nadie en nuestro país haya pensado en un escenario nada similar más allá de la imaginación de algún escritor o cineasta.
Lo que sí sé seguro es que en estos casos se impone un término que ha usado Pedro Sánchez, el de la disciplina social. Si todos cumplimos con lo que nos piden; máxima reclusión en casa, evitar contactos y exposiciones innecesarias, normas de higiene y distancia, vamos a ponérselo mucho más difícil a este maldito virus.
Las consecuencias económicas que van a tener las drásticas decisiones tomadas y las que quedan por tomar nos afectarán a todos, pero siempre será mejor en este caso pasarse de frenada y coger el toro por los cuernos. Como dice la frase, 'más vale prevenir que curar' y como no tenemos vacuna ni cura, seamos precavidos y prevenidos. Saquemos adelante primero nuestra sociedad en el mejor estado de salud.
Después ya tendremos tiempo de evaluar lo perdido y ver cómo lo podemos hacer para recuperar el terreno en todos los sectores empezando por el turismo.
Espero y deseo también que prevalezca el civismo y aparquemos la histeria colectiva a la vez que los políticos de todos los colores den ejemplo de responsabilidad y unan sus fuerzas para salir cuanto antes de este brete.
Seamos disciplinados.
