A lo largo de la historia la perspectiva de género ha sido un factor determinante de una posible exclusión social que no se había tenido en cuenta hasta recientes estudios que empezaban a mostrar cómo los roles, estereotipos y la identidad de género podían formar parte de aquellos factores sensibles hacia una exclusión social.
Los estereotipos y roles de género se transmiten por distintas vías, a través de la educación formal y la educación informal, y, principalmente, en el núcleo familiar y a través de los medios masivos de comunicación y, sin darnos cuenta, nos afectan en las actitudes y papeles que desempeñamos en nuestro día a día.
Esto es así debido a que la organización social y sus representaciones responden, todavía, a un modelo androcéntrico, en el que la asignación de funciones distintas a uno y otro sexo no solo divide la realidad social sino que, además, la jerarquiza, otorgando menos valor a lo femenino en comparación con lo masculino.
Pero, cabe preguntar: ¿Qué son los roles de género? ¿Qué son los estereotipos de género? Y, ¿Cómo afectan en el proceso de socialización?
Los roles de género.
Los roles de género son una serie de comportamientos aprendidos en una sociedad, comunidad o grupo social determinado que hacen que sus miembros estén condicionados para percibir como masculinas o femeninas ciertas actividades, tareas y responsabilidades y a jerarquizarlas y valorarlas de manera diferenciada dando lugar a un reparto de tareas y responsabilidades concretos entre mujeres y hombres.
De tal manera, a lo largo del proceso de socialización y según el sexo, mujeres y hombres aprenden y ponen en práctica una serie de comportamientos aceptados como femeninos y/o masculinos, que van a ser considerados como apropiados o no y van a favorecer la integración en esa sociedad o grupo de referencia.
Los estereotipos de género.
Los estereotipos de género tienen una función muy importante para la socialización del individuo: facilitan la identidad social, la conciencia de pertenecer a un determinado grupo, ya que aceptar e identificarse con los estereotipos dominantes en dicho grupo es una manera de permanecer integrado en él.
Estos estereotipos hacen referencia a una serie de ideas impuestas, simplificadas, pero, a la vez, fuertemente asumidas, sobre las características, actitudes y aptitudes de las mujeres y los hombres. Son los modos de actuación considerados correctos e imputables a un rol determinado en una sociedad y en un momento dado.
De esta forma, se diferencian cuatro tipos básicos de estereotipos de género:
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Rasgos de personalidad (Se suele esperar de las mujeres que sean más pasivas y dóciles, mientras que se espera de los hombres que sean más seguros de si mismos y agresivos, por ejemplo).
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Comportamiento doméstico (Por ejemplo, se suele considerar que las mujeres cuidan mejor de los niños mientras que los hombres se defienden mejor en las reparaciones de la casa).
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Ocupaciones (Por lo general, las mujeres son mejor consideradas en el desempeño de ocupaciones que conllevan ayuda y cuidados mientras que los hombres en ocupaciones técnicas o de fuerza).
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Apariencia física.
Los estereotipos de género pueden causar un trato desigual e injusto debido al género de una persona. Cosa que se denomina como sexismo y es el hecho de formular hipótesis injustificadas o sin fundamento, sobre las capacidades, los objetivos o los roles sociales de las personas sobre la única base de sus diferencias sexuales.
Existen muchos estereotipos sobre lo que es o lo que debe ser un hombre o una mujer, estos estereotipos están profundamente arraigados en nuestra cultura y, sobre todo, se aprecian en los medios de comunicación.
A través de los anuncios, se transmiten valores, actitudes y estereotipos, se fomentan conductas y, en definitiva, se propone toda una forma de entender el mundo. En nuestra cultura, las imágenes consideradas socialmente “atractivas” se ligan a ideales de juventud, delgadez y belleza, modelando el imaginario colectivo.
Cuando pierden importancia las diferencias biológicas, este hecho se traduce en un cambio en la asunción de roles y estereotipos.
El proceso de socialización de género.
Tanto los roles como los estereotipos de género son aprendidos e interiorizados a través de un proceso de aprendizaje por el cual las personas aprenden e incorporan valores y comportamientos de la sociedad en la que nacen. Este proceso de socialización es el denominado como socialización de género.
Este proceso tiene dos vertientes:
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Una colectiva, donde los individuos, mujeres y hombres, se adaptan a las expectativas que sobre ellos tiene el resto de la sociedad
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Individual, donde cada persona perpetúa los roles y estereotipos, llevándolos a cabo en su vida y enseñándoselos a sus descendientes.
Así, el proceso de socialización de género toma una importancia fundamental en el desarrollo de la identidad de la persona y en la interiorización de los roles de género, ya que es algo que comienza antes del nacimiento (con las distintas expectativas que se tienen de una niña o de un niño), se prolongan durante toda la vida a través de la reproducción de los diferentes roles asignados y se lleva a cabo a través de los principales agentes de socialización como pueden ser la familia, la escuela o los medios de comunicación y que se reproducen continuamente los roles asignados a cada género.
Exclusión social y género.
Se entiende por exclusión social la situación de aislamiento y discriminación que sufren ciertos individuos o grupos sociales resultantes de procesos en los que influyen factores de carácter económico, social, político y cultural que, a su vez, pueden interactuar entre sí reforzándose mutuamente.
Estos factores generan la imposibilidad de la participación plena de la persona como parte de la ciudadanía y se relacionan con la limitación en el acceso a bienes y servicios y, por tanto, con la limitación en el ejercicio de los derechos y la participación social.
Las desigualdades por razón de sexo interaccionan con el resto de circunstancias que pueden generar procesos de exclusión como, por ejemplo, la enfermedad, la discapacidad, el aislamiento…
Aunque la igualdad de oportunidades y la eliminación de las distancias en la participación social económica y política entre hombres y mujeres es uno de los objetivos de las políticas sociales y, en los últimos años se han producido avances considerables, todavía persisten distancias que acortar que suponen brechas importantes entre mujeres y hombres.
De hecho, uno de los elementos esenciales de la evolución de la sociedad española en las últimas décadas lo ha supuesto la presencia de la mujer en los diversos ámbitos sociales de los que se había visto excluida tradicionalmente.
El Plan estratégico de Igualdad de Oportunidades persigue y se inspira en dos principios básicos: no discriminación e igualdad. Por ello, se puede considerar, junto con las acciones formativas de información y de concienciación como una de las herramientas claves para romper con todos estos roles, estereotipos y exclusiones provocadas por las diferentes cuestiones de sexo y género y pueden ayudar a establecer una sociedad más justa, menos discriminatoria y, por tanto, más igualitaria.
Conclusiones principales:
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La perspectiva de género ha sido un factor determinante de la exclusión social que no se había tenido en cuenta hasta recientes estudios.
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Los estereotipos y roles de género se transmiten a través de la educación formal y la educación informal, principalmente en el núcleo familiar y los medios masivos de comunicación.
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La organización social responde a un modelo androcéntrico, en el que se asignan funciones distintas a uno y otro sexo y se jerarquiza, otorgando menos valor a lo femenino.
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Tanto los roles como los estereotipos de género son aprendidos e interiorizados a través del proceso de socialización de género, en el cual las personas aprenden e incorporan valores y comportamientos de la sociedad en la que nacen.
En Grupo Carrillo somos especialistas en materia de Igualdad de género. Contacta con nosotros. Nuestro Departamento de Consultoría estará encantado de atenderte.