Iba para juez pero encontró su verdadera vocación en la abogacía. Recuerda su primer trabajo y su primer sueldo como si fuera ayer y aprende cada día a ser jefa de su departamento. Es Victoria Rivera Barrachina, letrada, asociada senior del departamento de Litigación y Arbitraje de Garrigues. Es la nueva protagonista de las entrevistas de Murciadiario y Adimur. Con esta sección, Murciadiario y Adimur pretenden acercar la figura del directivo a la población, dar claves sobre cómo ejercer el liderazgo y conocer sus percepciones acerca de la situación de la economía regional, sus empresas y cómo dirigirlas.
¿Es verdad eso de que ya hemos salido de la crisis?
Depende de a quién se lo preguntemos, y a qué magnitudes se atienda. Es cierto que hay una evidente recuperación económica y signos claros objetivamente cuantificados de ello y los indicadores dicen que hemos salido (tasas de crecimiento a nivel mundial, niveles de desempleo más razonables, acceso a financiación, liquidez en los mercados, etc.), además existe un sentir mayoritario en la ciudadanía de más alegría. No obstante, en términos de desempleo las cifras son todavía elevadas y se debe aspirar volver a niveles de desempleo de época pre-crisis o a niveles muy bajos de desempleo.
¿Cómo ha vivido los últimos años de dificultades en su empresa? ¿Cómo lo ha notado?
En el despacho Garrigues hemos estado muy cerca de nuestros clientes y les hemos ido acompañando en su evolución siempre, en lo bueno y en lo malo. Han sido años duros, empresas que nunca pensamos que caerían hoy ya no existen, hemos visto la práctica desaparición de algunos sectores, y aquellos que se han mantenido también han visto desacelerada su actividad. Adicionalmente a lo anterior, con muchos clientes, después de años y años de relación profesional, se crea inevitablemente una relación personal, y cuando ellos lo han pasado mal, al estar muy cerca de ellos, lógicamente al final a ti también te afecta, no puedes olvidar que detrás de las decisiones empresariales hay familias, hay personas.
Igual que antes vivió 'lo malo', ¿en qué se ha traducido la recuperación?
Al mantenernos muy cerca de nuestros clientes hemos sido testigos progresivos de esa recuperación incluso antes de que se tradujera en cifras o se cerraran las posibles operaciones mercantiles. Hemos ido conociendo de antemano cómo se incrementaba el interés de los clientes por efectuar operaciones y derivado de ese aumento de actividad un consiguiente repunte de litigiosidad, traducida en la entrada de expedientes litigiosos, más parados durante los años duros de la crisis.
¿Qué nos queda para volver a ser los que éramos?
No se debe volver atrás nunca, y siempre se debe aprender de cada experiencia; estos años han servido de revulsivo para no volver a cometer los mismos errores, y es fundamental saber aprovechar las actuales circunstancias; estamos ya en otro ciclo diferente, y en él debemos pensar, reconociendo los cambios que se han producido en los últimos diez años, generándose nuevos sectores económicos y con un considerable avance de la tecnología que ha cambiado hasta la forma de hacer y entender los negocios. Por ello, en mi opinión debemos seguir avanzando en esta nueva etapa.
¿Su profesión es vocacional o probó antes en otros sectores?
Cuando me decidí a estudiar Derecho albergaba la que yo creía firme convicción de opositar a judicatura; sin embargo, con el devenir de la carrera la fui poco a poco abandonando; por ello al acabar mis estudios universitarios aposté por efectuar un posgrado, en concreto un Máster en Asesoría Jurídica de Empresas, en el Instituto de Empresa. Aquellos duros meses en el IE, que me hicieron mucho más callo que todos los años de carrera, los casos prácticos estudiados, el trabajo en equipo, analizando las múltiples perspectivas de un mismo problema, el tener presente siempre todas las opciones y no decantarse nunca por una sin haber descartado antes conscientemente todas las demás, me dieron una visión global de los problemas de la empresa, que me confirmó mi voluntad de dedicarme a la asesoría jurídica, y hasta el día de hoy no me he arrepentido nunca de mi decisión.
¿Cómo llegó a su empresa?
Conocí al director de la oficina, Vicente Lloret, antes de marcharme a Madrid a cursar el postgrado porque vine a charlar con él para que me orientara un poco, y me dijo que cuando acabara le llamara. Al acabar le llamé, quería trabajar en Garrigues, en Murcia, pero también valoré otros Despachos de abogados en Madrid, que implicaban, si apostaba por una firma, establecerme permanentemente allí apostando por una carrera a largo plazo: La idea de poder hacer lo que me gustaba, en la ciudad en la que quería y en un despacho líder como Garrigues hizo que me decantara finalmente por volver a Murcia, hasta el día de hoy.
¿Cuál fue su primer trabajo?
Descartando prácticas esporádicas y alguna colaboración estival en el negocio familiar (una farmacia) mi primer trabajo real fue en Garrigues en septiembre del año 2002. Han pasado ya casi 16 años. Soy una “rara avis” en el actual mundo laboral.
¿Y su primer sueldo?
No se me olvidará nunca. 971€. Organizándome bien me pagaba el alquiler de un mini apartamento y hasta me compré mi primer coche. Me sentía muy afortunada por trabajar donde quería, haciendo lo que me gustaba, y enseñándome los mejores profesionales de los que podía rodearme, aprendiendo cada día algo nuevo, y sin parar de hacerlo hasta el día de hoy. A veces pensaba que tendría que haber pagado yo para prender todo lo que aquí me han enseñado. Me he sentido siempre una privilegiada por formar parte de este Despacho.
¿Cómo se define como jefe?
Cuando en mi carrera profesional llegó el momento de empezar a dirigir equipos de personas, sentí autentico vértigo; era algo que nadie me había enseñado. Había estudiado Derecho, me había formado para detectar problemas, buscar soluciones y asesorar clientes pero no para dirigir personas; carecía de conocimientos ni experiencia para ello; esas habilidades, en mi opinión, raramente son innatas, hay que aprenderlas, hay que entrenarlas, hay que educarse y reeducarse cada día. Recordarse a uno mismo muchas cosas, que con la inercia, los plazos, las prisas, el estrés y el ritmo diario desgraciadamente a veces se nos olvidan. Pero sé a lo que aspiro cada vez que reflexiono sobre esta cuestión. Me gustaría ser una buena gasolinera. Uno de los mejores cursos que he tenido ocasión de efectuar en los años que estoy en mi empresa lo impartió el fantástico Luis Galindo y si después de horas con Luis se me quedó grabado algo fue la frase de que un buen jefe es aquel que cada día “echa gasolina a sus compañeros”. Motiva a sus compañeros, trasmite valores, suma, no resta. Eso es para mí un buen jefe: un buen gasolinero.
¿Qué le aporta formar parte de una asociación como Adimur?
Llevo en Adimur prácticamente desde su constitución y siempre he encontrado un foro de magníficos profesionales, todos directivos, que compartimos valores y retos profesionales, procuramos estar en contacto directo con la realidad económica, política, social, nos apoyamos mutuamente, compartimos nuestros contactos y nuestros conocimientos, y buscamos enriquecernos siempre con las experiencias de otras empresas, que nos cuentan a través de sus directivos, sus éxitos, sus fracasos, sus proyectos, sus sueños, muchas de las cuales incluso nos muestran en visitas organizadas o en interesantes almuerzos de trabajo. Después de tantos años en Adimur, además de lo anterior, me ha aportado muy buenos amigos.