El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, ha manifestado este jueves que se está fallando en las políticas de descarbonización y que Europa debe repensar su política energética, si se quiere tener éxito en esa descarbonización.
Imaz, que ha participado en un debate en el Foro de Davos sobre cómo hacer que la transición energética sea justa y equitativa, ha señalado que si esto no se consigue, se fracasará.
Ha explicado que en los últimos años en Europa se ha estado muy centrado en descarbonizar, olvidando el resto de objetivos que debe tener una política energética, lo que ha tenido consecuencias, por ejemplo la mayor dependencia de otros países como Rusia.
También ha señalado que se ha olvidado el concepto de que la energía sea asequible y en los últimos dos años las familias europeas han sufrido para pagar las facturas energéticas, habiendo algunas que no podían pagarlas.
Asimismo, ha dicho que, en muchas regiones de Europa, industrias, como las del sector cementero, papelero, siderúrgico o químico, no pueden afrontar el coste de la energía y los empleos industriales se ven amenazados.
Imaz ha indicado que otra de las consecuencias es que el precio del gas se ha duplicado o triplicado en el mundo, pues desde Europa se ha empezado a comprar gas natural en todas partes, incrementando su precio, lo que hace imposible para muchos países adquirirlo, con lo que usan el carbón, y después de un año han aumentado drásticamente las emisiones de CO2 en el mundo.
Imaz, que ha insistido en las consecuencias que tiene un "enfoque ideológico" de la transición energética, ha explicado que la electrificación es una parte importante de ella, pero no todo.
Ha señalado que hay algunos sectores, como el transporte aéreo, el marítimo y muchas industrias, que no pueden encontrar en la electricidad la vía para su descarbonización y por eso hay que producir ecocombustibles o combustibles sostenibles.
En este sentido, ha dicho que Repsol ha invertido mucho en sus refinerías y cada vez está introduciendo más como materia prima para producir combustibles aceites vegetales, reciclados o grasas animales.
Sin embargo, ha afirmado que las refinerías están fuera de la taxonomía europea (el sistema de la UE que clasifica si una actividad puede considerarse sostenible o verde).
Imaz ha alertado del riesgo de que estas políticas de descarbonización exporten empleos y emisiones fuera de la UE, y ha añadido que lo que se necesita es una transición basada en las capacidades industriales y tecnológicas que tiene Europa, al tiempo que ha manifestado que hay que buscar la manera más barata y eficiente de lograr el objetivo de la transición.
Ha recordado que Repsol pondrá en funcionamiento este mes una planta de biocombustibles avanzados en Cartagena, en la que comenzará a producir 250.000 toneladas de combustibles renovables a partir de residuos.
El consejero delegado de Repsol ha explicado que, en términos de reducción de CO2, esta planta equivale a 400.000 vehículos eléctricos, que tendrían un coste de 4.000 millones de euros para los contribuyentes españoles.
Ha añadido que, probablemente, el vehículo eléctrico será la mejor opción en muchos lugares, pero no para todos y ha manifestado que hay que repensar el concepto de financiación sostenible, pues puede que la imposibilidad de determinados países para financiarse, por ejemplo, una planta de gas, acaben acudiendo al carbón para producir energía, con el consiguiente incremento de las emisiones de CO2 en el mundo.