viernes. 22.11.2024

Las empresas familiares, entre el orgullo y la preocupación

La entrega de los premios Herentia a Arom SA, Juan Monreal y La Niña del Sur, en una espectacular gala en el Promenade, se celebra en un ambiente de orgullo por el rotundo éxito del reciente Congreso de la Empresa Familiar y la creciente inquietud por el contexto económico y político.

Tradicionalmente, la gala de entrega de los premios Herentia supone la última gran cita del año para la cada vez más sólida y unida comunidad empresarial de la Región de Murcia. Por tanto, siempre constituyen una gran oportunidad para hacer balance, poner en orden los proyectos y tomar el pulso de la corriente de pensamiento de los grandes empresarios de la Región, uno de los más valiosos patrimonios que atesora esta tierra.

 

Precisamente, los empresarios de la Región, y, más concretamente, aquellos que están al frente de empresas familiares, tienen motivos más que de sobra para sentirse orgullosos en este año 2019. Aun está muy fresco en el recuerdo de todos la excelente organización de una de las grandes citas económicas y empresariales del año, el Congreso Nacional de la Empresa Familiar, organizado con brillantez por Amefmur, que se convirtió en la segunda reunión de más asistencia de empresarios de la historia de este certamen anual en sus 22 ediciones.

 

Como recordó el presidente López Miras, el excepcional equipo de Amefmur, comandado con sabiduría por José María Tortosa, logró reunir en un mismo salón, junto al Rey,  al 30% del Producto Interior Bruto de este país, y eso, amigos, son palabras mayores. Los principales empresarios de España acudieron a la cita y, además, nos consta, muchos de ellos coincidieron en señalar la excelente organización de esta cita.

Es, por tanto, un logro y un motivo de orgullo para la Asociación Murciana de la Empresa Familiar y toda su junta directiva. “En los próximos años los organizadores del congreso tendrán que esforzarse en hacerlo como se ha hecho en Murcia”, se repetía, una y otra vez, en los salones del Promenade, donde se dieron cita más de 400 personas, entre políticos, empresarios, directivos, y representantes de los principales medios de comunicación y asociaciones empresariales de la Región.

 

Por esta razón, el sentimiento de satisfacción se notaba en el ambiente, aunque, bien es cierto, también se podía percibir un clima de creciente preocupación por lo que ha de venir. Ya lo puso blanco sobre negro, ese mismo viernes, la CROEM en su último informe de coyuntura: La Región ha aprovechado los vientos de cola para reordenar su capacidad productiva y recuperar buena parte del empleo destruido por la crisis, y eso le ha permitido situarse entre las CC AA que más crecen, pero ya no es ningún secreto que la buena racha está a punto de tocar a su fin. Varios indicadores económicos ya anticipan que el ciclo está a punto de cambiar.

 

Muchos de nuestros empresarios lo saben y observan con preocupación la ya famosa desaceleración, que, además, se agrava por la inestabilidad política y la inminente formación de un gobierno que poco o nada les ilusiona. Las reformas fiscales y laborales que se anuncian, la posible nueva elevación del salario mínimo (“yo soy el primero que querría doblarles el suelo a mis trabajadores, pero los márgenes son los que son”, lamentaba un empresario durante la velada) y otras posibles reformas, en un contexto, para más INRI, de un Brexit que no se termina de aclarar.

 

Todo ello configura un escenario en el que los empresarios de la Región verán de nuevo puesta a prueba su pericia, su capacidad de reacción y de sacrificio. Ante este panorama, es una suerte para la Región que más del 90% de nuestras empresas sean familiares. Éstas han demostrado un mayor apego a la comunidad en la que se establecen, más capacidad de supervivencia y de durabilidad, una mayor preocupación por la estabilidad del empleo y menos interés por las ganancias que, por cierto, son también muy necesarias. Y es que, cuando vienen mal dadas, es una suerte formar parte de una empresa familiar.

Las empresas familiares, entre el orgullo y la preocupación