Este proceso está cambiando las dinámicas comerciales globales, con un giro hacia la regionalización y la búsqueda de mayor seguridad en las relaciones comerciales.
La globalización, que anteriormente parecía un proceso imparable, ahora se enfrenta a cada vez más desafíos. Entre ellos destacan la guerra comercial entre Estados Unidos y China, las sanciones a Rusia por su invasión de Ucrania y el crecimiento de políticas proteccionistas. Estas tensiones han impulsado estrategias como el nearshoring y friend-shoring, que buscan reubicar la producción más cerca o en países políticamente alineados. Estados Unidos y Europa están invirtiendo en desarrollar sus capacidades industriales para reducir su dependencia de China y otros países buscan alejarse del control y las normas de los países occidenales, lo que está alterando rutas comerciales tradicionales.
El comercio marítimo refleja bien esta transformación. Con el cambio en los flujos de mercancías, algunas rutas tradicionales han perdido relevancia, mientras que otras han ganado importancia. La fragmentación de las normas comerciales internacionales, anteriormente centralizadas en la Organización Mundial del Comercio, ha llevado a que las naciones negocien acuerdos bilaterales y regionales
En este nuevo contexto, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han aumentado su peso en el comercio global. Con un creciente protagonismo en las exportaciones e importaciones mundiales, estos países están reemplazando parte del comercio que Rusia ha perdido con Occidente tras las sanciones. Además, han consolidado nuevas alianzas comerciales, diversificando sus mercados hacia Asia, África y América Latina y dan la bienvenida a nuevos miembros, en un intento de desdolarizar su comercio.
El crecimiento de los BRICS refleja una reconfiguración del orden económico global. Estos países están creando oportunidades para sus economías al fomentar la cooperación sur-sur, lo que debilita la hegemonía occidental en el comercio mundial. China, por ejemplo, sigue siendo un actor clave, aunque se enfrenta a más restricciones por parte de Occidente. En 2023, los puertos chinos representaron más del 40% del tráfico global de mercancías.
Asia ha consolidado su papel como el motor del comercio global. China, a pesar de la ralentización en algunos sectores, sigue siendo crucial en las rutas comerciales. Los puertos chinos, como Jiaxing, han mostrado un crecimiento notable en el volumen de mercancías, y otros países de la región, como India, están ganando terreno. El puerto de Mundra, en particular, ha experimentado un aumento significativo en el tráfico, reflejando el auge de la economía india.
Este dinamismo en Asia no es exclusivo de China. Países como Singapur, Corea del Sur y Malasia han logrado revertir las caídas comerciales de 2022. Singapur, Busan y Port Klang se han consolidado como centros de transbordo clave, captando una mayor cuota de mercado mundial.
Oriente Medio también está emergiendo como un actor crucial en el comercio internacional. Países como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos han invertido significativamente en infraestructura portuaria, lo que les ha permitido aumentar su relevancia en sectores no relacionados con el petróleo. El puerto de Jeddah, en Arabia Saudita, y el de Abu Dhabi, en los Emiratos, están experimentando un crecimiento robusto gracias a estas inversiones.
La diversificación de las rutas comerciales está creando nuevas oportunidades para estas economías, permitiéndoles aprovechar su ubicación estratégica para facilitar el comercio entre Asia, Europa y África. Estas nuevas rutas reflejan una tendencia más amplia de las economías a reducir su dependencia de unos pocos corredores tradicionales.
Aunque el comercio global está enfrentando cambios profundos, las oportunidades también están creciendo para quienes se adapten mejor a este nuevo contexto. La fragmentación del multilateralismo, las políticas proteccionistas y la rivalidad geopolítica presentan desafíos, pero también incentivan a las economías emergentes a consolidar su posición en el comercio mundial.
En este contexto, el comercio global está entrando en una nueva era de regionalización. Las economías que mejor logren adaptarse a esta realidad fragmentada serán las que lideren en las próximas décadas. Mientras el mundo se descentraliza, aquellos que inviertan en infraestructura, diversifiquen sus mercados y construyan alianzas resilientes tendrán la ventaja en este nuevo paradigma.