domingo. 08.09.2024

Los nuevos aranceles de Biden a las importaciones chinas, el fin de los productos baratos

Desde 2018, durante la presidencia de Donald Trump, la guerra comercial entre Estados Unidos y China marcó el inicio de una era destinada a reajustar los desequilibrios comerciales y reducir la dependencia de la industria china. Seis años después, todavía no está claro si puede haber una exitosa desvinculación. Ahora, el presidente Jose Biden, cuando queda poco para su cita electoral, echa más leña al fuego.

Los nuevos aranceles de Biden a las importaciones chinas, el fin de los productos baratos.

Tras el inicio de los aranceles a China en 2018, el déficit comercial disminuyó inicialmente a 342.630 millones de dólares en 2019. Después en 2020, se redujo aún más a 307.970 millones, coincidiendo con las disrupciones comerciales globales causadas por la pandemia de COVID-19 y cayó bruscamente a 279.420 millones en 2023. Las cifras muestran que las medidas para desvincularse de China han sido efectivas si lo que se buscaba era reducir la brecha comercial.

La coyuntura actual de la economía china, gravemente afectada por la pandemia, también ha llevado a las empresas estadounidenses a reconsiderar su estrategia en el gigante asiático y explorar otros mercados. México y los países del sudeste asiático como Vietnam y Tailandia son los que más podrían se están beneficiando ya que están recibiendo fuerte inversión directa con origen Estados Unidos. Tailandia, por ejemplo, alcanzó 18.600 millones de dólares en inversión el año pasado, un aumento del 72% en comparación con 2022.

En cuanto a los nuevos aranceles revisados sobre las importaciones de productos algunos alcanzan hasta el 100%, incrementando el valor total de los aranceles por un valor de 18.000 millones de dólares. Dado que China ahora representa más del 60% de todas las ventas mundiales de vehículos eléctricos, esta industria podría ser la más afectada, agravado a su vez por el hecho de que la industria china está bajo la lupa de la Unión Europea, con investigaciones sobre tres fabricantes de automóviles eléctricos chinos por subsidios estatales, lo que podría explicar sus precios más bajos en comparación con los fabricantes europeos. 

Los nuevos aranceles son los siguientes:

100% en vehículos eléctricos, frente al 25%

50% en células solares, frente al 25%

50% en jeringuillas y agujas, frente a cero

25% en baterías de iones de litio para vehículos eléctricos y partes de baterías, frente al 7.5%

25% en ciertos minerales clave, frente a cero

25% en productos de acero y aluminio, frente a un rango de cero a 7.5%

25% en respiradores y mascarillas, frente a cero a 7.5%

25% en grúas para descargar buques portacontenedores, frente a 0%

50% en semiconductores, frente al 25%, para 2025

25% en otras baterías de iones de litio, para 2026

25% en grafito natural e imanes permanentes, frente a cero, para 2026

25% en guantes médicos y quirúrgicos de goma, frente al 7.5%, para 2026

A medida que China avanza hacia una economía impulsada por la innovación, el gobierno estadounidense ha centrado su atención en dos de las principales industrias en las que China más se esfuerza en desarrollar: los microchips y los vehículos eléctricos. Además, Biden tiene sobre la mesa la prohibición de TikTok, que corre el riesgo de perder sus 102.3 millones de usuarios mensuales en EE.UU. debido al argumento de que el estado chino, bajo leyes de seguridad nacional, puede acceder a la información de sus usuarios. 

Como en el pasado, China podría pronto anunciar una represalia a los nuevos aranceles.

Las tensiones entre China y EE.UU. reflejan cambios económicos más amplios bajo un nuevo paradigma comercial mundial. China podría mirar hacia economías emergentes, África, el sudeste asiático y Oriente Medio para expandir su presencia y forjar nuevas alianzas comerciales, mientras que América Latina puede presentar desafíos debido a las relaciones naturales de algunos países con EE.UU. Por otro lado, EE.UU. intensificará su cooperación con sus fieles aliados, trasladando fábricas a mercados emergentes, que ahora tienen la ventaja de ser más baratos que China.

Este país, que ha sido conocido como la fábrica del mundo, se enfrenta a un desafío, ya que corre el riesgo de disminuir su importancia en el comercio mundial como exportador.

Durante las dos primeras décadas del siglo XXI, muchos productos de consumo en EE.UU. se abarataron gracias a importaciones más económicas, lo que derivó en el cierre de fábricas nacionales y despidos. Ahora, las últimas administraciones pretenden revertir la situación, aunque está por ver si la población está dispuesta a pagar el coste.

Los nuevos aranceles de Biden a las importaciones chinas, el fin de los productos baratos