La banca española se desprende de unos 74.800 millones de euros en activos inmobiliarios en un año, desde que Banco Santander decidiese vender, en agosto de 2017, el 51% de los activos tóxicos de Banco Popular al fondo estadounidense Blackstone, por un valor bruto de 30.000 millones de euros.
La operación era la mayor venta de una cartera inmobiliaria en la historia de España y una de las mayores de Europa, según destacó en su momento el Banco Santander, que con ella animó a que otras entidades llevaran a cabo desinversiones en bloque.
El BCE llevaba meses reclamando al sector que agilizara el saneamiento de sus balances y se desprendiera cuanto antes del lastre inmobiliario, en lugar de seguir optando por la venta al por menor con la intención de obtener un mayor retorno.
El traspaso rápido de un importante volumen de activos, entre los que hay pisos y suelos, lleva aparejado fuertes descuentos, ya que los fondos compran a derribo, para lo que antes las entidades tienen que dotar provisiones que compensen esas pérdidas.
La siguiente entidad en desprenderse de ladrillo fue Liberbank, que acordó en octubre de 2017 el traspaso de 602 millones de euros a una sociedad constituida por Bain Capital Credit (80%) y Oceanwood (10,01%), en la que la entidad tiene un 9,99%; lo que le permitió reducir su riesgo inmobiliario en un 43%.
En noviembre de ese mismo año, BBVA anunció que se deshacía de casi la totalidad de su cartera con la venta del 80% de sus activos inmobiliarios por 4.000 millones de euros al fondo Cerberus, y traspasó inmuebles por un valor bruto de 13.000 millones.
En junio de 2018, CaixaBank optó por la venta del 80% de su negocio inmobiliario con un valor bruto de 12.800 millones de euros al fondo estadounidense Lone Star, donde se incluía activos disponibles para la venta a 31 de octubre de 2017 y la compañía Servihabitat.
Banco Sabadell, por su parte, apostó por vender también a Cerberus dos carteras con la práctica totalidad de sus activos inmobiliarios, con un valor bruto contable de unos 9.100 millones de euros, a los que hay que sumar el traspaso de otras carteras más pequeñas que elevan la cifra hasta los 12.400 millones.
Y ahora, un año después de la limpieza de Popular, el Banco Santander se ha propuesto deshacerse cuanto antes de un total de 6.000 millones de euros en activos inmobiliarios para dejar al mínimo su exposición al ladrillo, lo que elevaría las operaciones del sector a más de 74.800 millones de euros.
Esta cifra se engorda con la venta de pequeñas carteras por parte de algunas entidades, entre ellas Bankia, a pesar de que la entidad, tras su rescate, vendió buena parte de su carga inmobiliaria a Sareb, el denominado "banco malo", que también ha ido sacando en bloque al mercado activos.