Tras la mala sensación que dejó su discurso de investidura, Trump ha tenido esta primera semana de su mandato su 'momento de gloria' bursátil con las fuertes subidas que sus primeras medidas provocaron en todas las Bolsas el pasado miércoles. Ese día el Dow Jones superó por primera vez en la historia los 20.000 puntos y los tres grandes índices americanos batieron sus máximos históricos de todos los tiempos.
Al final las subidas semanales se moderaron algo en la sesión de cierre del pasado viernes, tras el decepcionante PIB americano del cuarto trimestre, que quedó muy por debajo de las expectativas (1,9% frente al 2,2% estimado) el saldo final de la semana sigue siendo positivo (Dow +1,3%, S&P +1%, Cac y Dax +1,6% Ibex +1,3% Nikkei +1,7%) aunque en el caso del Eurostoxx la ganancia semanal casi se redujo a cero, sobre todo por las fuertes caídas de los valores italianos.
Este 'revival' del llamado rally de Trump, un rally que parecía haber perdido fuerza desde inicio de año, ha coincidido, curiosamente, con algunas medidas o anuncios iniciales bastante polémicos del nuevo presidente americano, medidas o anuncios que reflejan la cara más proteccionista e inquietante de la nueva etapa política. En lo que a la economía se refiere, lo que más dudas nos suscita es, como decíamos la semana pasada, el hecho de que se pretenda un relanzamiento en solitario de la economía norteamericana, olvidando que hoy el mundo es global (los países emergentes representan más del 60% del PIB mundial y esa cuota crece año tras año) y olvidando que las grandes empresas norteamericanas venden sus productos y servicios a esos países, incluido China, a los que se quiere represaliar.
La euforia con la que los inversores están respondiendo a las propuestas de Trump nos lleva a preguntarnos si hay algo que se nos está escapando en nuestro análisis, si hay algo que no sabemos y que otros sí saben. Es decir, si hay algún "unknown unknown", algo que no sabemos que no sabemos, por utilizar la feliz expresión de un antiguo Secretario de Defensa norteamericano. Algo que explique que los inversores estén abrazando de nuevo con tanta pasión el riesgo, sin valorar en absoluto las posibles derivadas negativas de las políticas del nuevo presidente.
Hay que empezar por decir que algunas de las medidas anunciadas son muy positivas. La eliminación de la burocracia y de los excesos regulatorios en los que se ha incurrido en los últimos años solo puede merecer nuestro aplauso y apoyo. Tras 2008 los políticos de derechas o de izquierdas han querido culpabilizar de la crisis al sector privado, sobre todo al financiero, y a la falta de regulación, cuando realmente lo que había no era falta de regulación, sino una mala regulación y una todavía peor supervisión, que permitió los excesos de un sector financiero apartado de su función de servir a la economía real. No se ha hecho autocrítica por parte de los poderes públicos, tan solo se ha buscado un chivo expiatorio y ese chivo expiatorio ha sido el sector privado y la banca. Trump acierta al criticar ese modelo.
Cabe explicar también la euforia bursátil como consecuencia de los buenos resultados empresariales que se están publicando, dos tercios de la empresas del S&P que han anunciado sus cifras han batido las estimaciones y en Europa en general, y con alguna excepción como la de UBS, los resultados también son buenos, como se ha visto por ejemplo en España con Santander y Bankinter.
Finalmente, cabe otra explicación, la rotación del dinero desde los bonos hacia la Bolsa propiciada por la subida de los tipos de interés. El bono americano del tesoro a diez años cotiza ya en el entorno del 2,5%, el bund alemán cerca del 0,5%, el bono italiano a diez años al 2,2% y el español al 1,57%. Todo el dinero remansado hasta ahora en bonos, al calor de las compras de los Bancos centrales, podría estar moviéndose hacia las acciones.
Estas tres explicaciones son correctas, pero nos dejan la duda de si el rally alcista tiene recorrido adicional. Por un lado el espíritu favorable a la libre empresa que se supone tiene la nueva administración americana queda muy en entredicho con la constante intromisión de Trump en las decisiones empresariales, intromisión que se hace a través de amenazas enviadas por tweets. Se sustituye por tanto una forma de intervención por otra, pero no se practica la libertad de empresa y de mercado. En cuanto a los resultados empresariales, es cierto que son mejores de lo previsto, pero eso ya estaba descontado en las subidas de noviembre y diciembre pasados. Nos queda la rotación del dinero hacia la Bolsa por la subida de los tipos de interés, pero esa rotación se agotará en el momento en el que los tipos lleguen a un nivel en el que los inversores vuelvan a estar cómodos poniendo su dinero en renta fija. No es improbable que si el T bond americano llega al 3% mucho dinero piense que ese retorno del 3% es muy buena opción en un activo libre de riesgo y con unas perspectivas de inflación estructural baja debido a factores como la longevidad de la población, la revolución tecnológica o el estancamiento secular de la demanda de consumo e inversión en las economías maduras.
En definitiva, no está claro que el rally de Trump tenga recorrido o, dicho de otra forma, apostar a la continuidad de ese rally tiene riesgos que los inversores más prudentes deben valorar. Más aún cuando las subidas se concentran en un núcleo relativamente reducido de valores (el 50% de la subida del Dow Jones desde noviembre se concentra en cinco valores) algo que ya pasó en la fase terminal de la subida del Nasdaq en los años 1999 y 2000 y que no es indicativo de fortaleza.
Esta semana próxima publican resultados muchas compañías, entre otras los gigantes tecnológicos Apple, Facebook, Amazon, y grandes bancos europeos como BBVA, ING o Deutsche Bank. Y hay muchísimos datos macro relevantes, como el PIB del cuarto trimestre y las ventas minoristas de diciembre de la zona euro, los ISM en Estados Unidos y en Europa, el informe de empleo americano de enero, y los PMIs preliminares de China y Japón de enero.
A todo ello se unen las reuniones de la Fed, del Banco de Inglaterra y del Banco de Japón. En particular es importante ver cómo reacciona la Fed al peculiar estilo del nuevo presidente y a sus medidas de reflación de la economía norteamericana, ya que sin duda la Fed ejerce un claro liderazgo sobre los restantes Bancos Centrales.
Seguiríamos manteniendo la prudencia frente a la euforia reinante y mantenemos nuestra apuesta por los valores defensivos y de dividendo que se han quedado atrás en el rally bursátil de las Bolsas iniciado el pasado mes de noviembre.