jueves. 21.11.2024

Cultura de empresa y cultura de país

Mi trabajo me lleva a viajar bastante. Anualmente hago un par de viajes por Latinoamérica. Principalmente México y Argentina, sin descartar otros países. Me siento muy afortunado por poder tener esas experiencias. Para mí son una fuente de aprendizaje muy importante. Me interesa mucho entender cómo la cultura de las empresas influye en las conductas de sus trabajadores. Y también, cómo la cultura del país influye en la cultura de la empresa.

 

La cultura la entendemos como el conjunto de normas, creencias, formas de pensar y actuar que condiciona la organización, la forma de asignar recursos, de dirigir, de liderar de gestionar las crisis de una empresa. Es la “manera como hacemos aquí las cosas”. El compromiso es “como me siento con la manera en que se hacen aquí las cosas”.

 

Las empresas nacen sin cultura, pero con valores. Son los valores del fundador. Cuando los valores se comparten y socializan se convierte en cultura. Y la cultura condiciona la conducta. Y no hace falta ser muy avezado para darse cuenta de las diferencias culturales entre empresas del mismo ramo, por ejemplo: Mercadona y el supermercado del El Corte Ingles. Se dedican a lo mismo, pero funcionan diferente. No hay culturas buenas o malas, sino con valores adecuados o no al momento en el que viven. Hay empresas que no evolucionan en sus valores y desaparecen. No hablamos de los valores “declarados”, esos que salen en los posters de la empresa, sino de los valores “vividos” que transpiran en los trabajadores.

 

Escribo esto desde México, donde voy a iniciar un entrenamiento en Liderazgo para directivos/as de una empresa multinacional europea. La cultura de esta empresa transnacional está muy definida y clara. Pero las realidades culturales de los países también condicionan la conducta de los trabajadores.

 

No es lo mismo ser mexicano que chileno, o peruano o argentino. ¿Cómo se fusionan ambas culturas, la local y la empresarial, y qué diferencias aparecen en la gestión? En mi cliente, Latinoamérica reporta a España y España reporta a la central en Alemania. También son culturas diferentes, llenas de tópicos por todos lados. La Central, dicta la cultura y esta se va adaptando a la idiosincrasia de los países. Ocurre a nivel nacional.

 

No es exactamente lo mismo una empresa metalúrgica en Barakaldo (Vizcaya) que otra metalúrgica en Alcalá de Guadaira (Sevilla). Las dos pueden dar los mismos resultados en calidad, pero tendrán diferencias en la interpretación de procesos, relaciones y decisiones. No se trata de ver quién es mejor, sino de identificar en qué aspectos la idiosincrasia influye y juegan a favor.

 

¿Cuáles son esos factores?

 

Sabido es la amabilidad de los mexicanos. Son tan amables y tan formales que les cuesta decir “no”. En su lugar utilizan “sí”, “quizás”, “ahorita”, “estamos en contacto”. Algo así como cuando los mallorquines dicen “Te diré cosas”.

 

Los argentinos son creativos… debido a su improvisación e imprevisión. Hay cosas previsibles que no las han previsto y eso los lleva a utilizar la intuición para improvisar de manera creativa. En Alemania utilizan más la planificación, aunque son menos creativos.

 

Otro elemento diferenciador tiene que ver con la concepción del tiempo. La concepción entre Occidente y Oriente son muy diferentes. En la cultura occidental, el tiempo es algo lineal: pasado, presente y futuro. Medimos el tiempo con relojes y calendarios, llegando a pensar que el tiempo es regular y predecible, de manera mecánica, siendo finito, valioso y fijo. La puntualidad es importante y “el tiempo es oro” y podemos “perder el tiempo”.

 

En cambio, en la cultura oriental, el tiempo es circular, no tiene principio ni final y carece de valor. Todo lo que no hagas hoy, lo podrás hacer mañana. La reencarnación es una buena prueba de esta manera de entender el tiempo. La concepción budista de tiempo contempla largas meditaciones que aquí se podría considerar una pérdida de tiempo, desde el punto de vista productivo. Sin embargo, en Japón, país muy eficiente, el trabajo es un valor nuclear y el tiempo se estira para jornadas laborales muy largas. Luego se van todos a tomar cervezas o a un karaoke para relajarse y poder producir más y mejor.

 

Factores como el individualismo vs colectividad, distancia de la jerarquía, gestión del conflicto, orientación al corto o al largo plazo, influyen en la interpretación de la cultura.

 

La idiosincrasia es un tema polémico. Es subjetivo y a nadie le gusta verse reflejado en sus características menos favorables. Hay un cierto acuerdo que el español es poco autocritico y creemos que lo sabemos todo. Aunque también somos divertidos y hospitalarios. Serán tópicos, pero están presentes. No en todas las personas, pero los puedes reconocer e identificar. Cuando estos tópicos se comparten se llama cultura local y si hay mucha diferencia puede llegar a desfigurar la cultura de empresa.

 

El futuro de la humanidad parece ser que será el mestizaje. En un mundo global acabaremos con una sola cultura dominante, fruto, espero, de una hibridación de diferentes culturas. Es necesario desarrollar competencias interculturales que permitan la integración, la igualdad y la convivencia. Hará más fácil hacer negocios todos con todos. Pero mientras se iguala la cultura, las normas y las tradiciones, disfrutemos de ver y compartir otras maneras de interpretar el mundo. ¡Viva la diversidad!

 

Cultura de empresa y cultura de país