La Comunidad destinará en el ejercicio 2019 más de 1,3 M€ en ayudas a viticultores para reestructurar plantaciones de viñedos, una partida que se enmarca en el Fondo Europeo Agrícola de Garantía (Feaga).
Asimismo, la Comunidad apoya la rentabilidad y modernización del sector a través de las distintas líneas incluidas en el Programa de Desarrollo Rural (PDR) y en el Programa de Apoyo al sector vitivinícola (PASVE), que contempla actuaciones de ayuda a la reestructuración y reconversión de las explotaciones vitícolas e inversiones en bodegas para equipos y promocionar vinos en terceros países.
El consejero de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca, Miguel Ángel del Amor, clausuró las jornadas ‘Presente y futuro del sector vitivinícola’ en Jumilla, donde destacó las actuaciones que se llevan a cabo para mejorar la situación de los precios de la uva. “La consejería ha mediado entre los productores de vino y los bodegueros para conseguir un equilibrio entre ambas partes en el precio de la uva y que, de esta manera, los productores puedan conseguir cierta rentabilidad”, concretó Del Amor.
Del mismo modo, informó de los resultados de las dos últimas campañas. “Se han trasladado a otras comunidades autónomas más de 1.000 hectáreas de viñedo, lo que significa un 5% de la superficie plantada en la Región actualmente”. De mantenerse esta tendencia, apuntó el consejero, “podría producirse un desequilibrio territorial en las zonas de producción de viñedo, tanto en origen como en destino”.
Aun así, la campaña vitícola de este año se ha caracterizado por un incremento del 20 al 25% más de producción. Esto supone una ligera bajada del grado alcohólico y una positiva cantidad de cosecha, con excepción de las zonas donde han sufrido granizo.
La conservación de las plantaciones de viña constituye un objetivo estratégico dada su relevancia económica, social y medioambiental, ya que supone un pilar básico en el que se sustentan amplias zonas de la Región de Murcia, ubicadas mayoritariamente en el Noroeste y el Altiplano. Este cultivo “supone la conservación del medio ambiente, la fijación de población en zonas desfavorecidas y es un elemento insustituible que genera la actividad industrial vinícola y un amplio conjunto de actividades económicas complementarias generadoras de empleo”, declaró Del Amor.
La inexistencia de nuevas variedades adaptadas a climatología regional que puedan complementar a la monastrell es otro de los asuntos pendientes de solucionar. Por ello, “desde el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario se trabaja en la obtención de nuevas variedades partiendo de la monastrell para obtener calidad en plantaciones de secano”, destacó el consejero. Se trata, apuntó Del Amor, de cruces de éstas y de variedades silvestres para mejorar la resistencia a la sequía, entre otras características.