A día de hoy, ya son varios los países en desarrollo que se enfrentan a la escasez de suministro de trigo debido a su alta dependencia de las exportaciones de grano ucraniano, las cuales se han visto interrumpidas por la invasión de Rusia.
El Banco Mundial, en su informe Trade Watch publicado la semana pasada, señala que Gambia, Líbano, Moldavia, Yibuti, Libia, Túnez y Pakistán son los más expuestos a las interrupciones de las exportaciones de trigo de Ucrania, que representan aproximadamente el 40% o más de sus importaciones de este cereal. Así mismo, 26 países africanos importan más de un tercio de su trigo de Rusia y Ucrania, con 17 de ellos con una tasa de participación en sus importaciones totales del 50%.
La situación del suministro de cereales se ha visto a su vez agravada por la imposición por parte de Rusia de restricciones a la exportación de trigo y otros cereales a países fuera de los miembros de la Unión Económica Euroasiática, Armenia, Bielorrusia, Kazajstán y Kirguistán.
Rusia fue el principal exportador de trigo en 2018 y Ucrania el quinto, según datos del Banco Mundial, con los dos países representando juntos alrededor del 25% de las exportaciones mundiales.
Las sanciones occidentales a Rusia por su invasión de Ucrania no se dirigen específicamente a las exportaciones de grano ruso, pero las sanciones que prohíben las transacciones en dólares y euros con los principales bancos rusos dificultan la financiación del comercio.
Además de la escasez de suministro directo a los mayores clientes de Ucrania, los precios más elevados del trigo afectarán a los países de ingresos medios en todo el mundo, según el informe del Banco Mundial. De hecho, el Índice de Precios de Cereales de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación en febrero subió un 14,8% respecto al año anterior, y los precios de futuros de trigo han subido un 60% desde el comienzo del conflicto. Por otro lado, cabe esperar que las interrupciones en las exportaciones de trigo afecten también a los mercados de maíz y arroz, que son sustitutos del trigo, que perjudicará también a los países importadores.
Las interrupciones causadas por la guerra en Ucrania también podrían desafiar la fuerte recuperación del comercio mundial que se dio en 2021, con el comercio de bienes y servicios ahora superando los niveles previos a la pandemia. El año pasado, el volumen del comercio global aumentó un 26% con respecto a los niveles de 2020 y un 17% con respecto a los niveles de 2019.
Según la UNCTAD, de media, más del 5% de las importaciones de los países más pobres del mundo está compuesta por productos cuyos precios se espera que aumenten debido a la guerra entre Rusia y Ucrania, mientras que ese porcentaje es tan solo del 1% en los países más ricos.
Rusia y Ucrania son actores importantes en los mercados mundiales de productos básicos agrícolas, y representan el 53% del comercio mundial de aceite de girasol y el comercio de semillas. Los precios internacionales de alimentos y piensos podrían aumentar hasta en un 22% como resultado del conflicto ante las dificultades de exportación.
El aumento vertiginoso de los precios de los alimentos y los combustibles afectará a los más vulnerables de los países en desarrollo, ejerciendo presión sobre los hogares más pobres, que gastan la mayor parte de sus ingresos en alimentos, lo que se espera provoque conflictos sociales.
También a consecuencia de la guerra, las medidas restrictivas sobre el espacio aéreo y las preocupaciones de seguridad están complicando todas las rutas comerciales que pasan por Rusia y Ucrania. La capacidad mundial de carga aérea se verá aún más restringida y los precios aumentarán a medida que las aerolíneas se vean obligadas a tomar rutas más largas y gastar más dinero en combustible.
El comercio marítimo, que ya es caro y está sobrecargado, tendrá dificultades para reemplazar estas rutas terrestres y aéreas repentinamente inviables.