sábado. 23.11.2024

Dirigir sin liderar no le va a llevar al futuro

Una administración pública nos ha encargado una serie de talleres sobre “Herramientas de liderazgo basadas en el coaching”, para sus direcciones de departamento y jefaturas de área. Esta organización está formada por más de 250 bibliotecas y 10 bibliobuses, con una plantilla de unas 1.300 personas.

 

Comparten la visión de que “la biblioteca debe de ser el punto de encuentro de la ciudadanía con la lectura y el conocimiento, y que deben de fortalecer la relación con su entorno potenciando la participación ciudadana”. La línea directiva se compone de experimentados profesionales, muy bien formados y con buenos resultados. El proyecto no está sometido a la necesidad de tener resultados competitivos, lo que no quiere decir que no exista una importante presión por cumplir con los planes de acción de cada biblioteca.

 

¿Por qué quieren hacer talleres para impulsar y mejorar el liderazgo, cuando las bibliotecas funcionan bien? Porque saben que una cosa es gestionar, necesaria pero no suficiente, y otra es liderar, que es inspirar y motivar a las personas a actuar hacia el logro de un proyecto común para llevar a la organización a otro nivel.

 

Hemos formado equipo con las responsables de Desarrollo del Talento, quienes habían diagnosticado que las áreas clave a revisar eran el rol directivo y la gestión de equipos. No se trata de dar formación, porque tienen suficientes conocimientos y experiencia en gestionar. Los pasos a dar, tienen que ver con habilidades que no pueden adquirirse a través de explicaciones o lecturas, sino a través del aprendizaje individual y social (cambio de conducta) y a través de la experimentación. Hacer diferente para pensar diferente. Todo un reto.

 

En general, los directivos/as de las organizaciones, públicas o privadas, son buenos gestores y algunos, buenos líderes. Pero no todos. Hay que desarrollar el liderazgo.

 

¿De qué se ocupa la gestión?

Vayamos por partes. La gestión se ocupa de hacer frente a la complejidad. Planificar, organizar, dirigir y controlar son funciones básicas que ponen orden y foco en el trabajo.  Sin una correcta gestión las organizaciones tienden al caos y llegan a poner en peligro su existencia. La gestión aporta claridad y eficiencia en las tareas. Es imprescindible. Se nota cuando una organización está mal gestionada.

 

¿De qué se ocupa el liderazgo?

El liderazgo se ocupa del cambio. Las organizaciones cambian cuando las personas modifican su rol. Por eso hay que poner a las personas en primer lugar, porque son ellas las que lo van a hacer posible. Nadie cambia por órdenes, se cambia por experiencias. Hay que influir, motivar, inspirar para involucrar a personas y grupos, y que puedan aplicar su talento en el proyecto.

 

Despertar el talento

A veces, los cambios tienen que ver con transformaciones operacionales, de reducción de costes o de mejora de eficiencia, que pueden ser estimulantes solo para los directivos, pero no para la mayoría de la organización.

 

Para motivar, el cambio debe de estar conectado con un propósito compartido con los equipos, que les permita participar en la construcción de un proyecto más grande. Para ello hay que utilizar y desarrollar las capacidades de las personas y eso no es problema, ya que sobra talento en las organizaciones, pero está “apagado”. La propia cultura de muchas empresas, la rigidez de las jerarquías o el nivel de cortoplacismo hace que muchas personas se vean obligadas a ser “obedientes” en vez de “comprometidas”.

 

Necesitamos despertar ese talento. Sabemos que el estilo de liderazgo favorece el clima, que el clima facilita el desempeño y que el desempeño se convierte en resultados. Liderar significa desarrollar el liderazgo de los demás y los lideres deben ajustar su estilo de liderazgo para conseguir el compromiso y la motivación de los equipos. Y eso sólo lo pueden hacer ellos.

 

La responsabilidad del liderazgo

Las responsabilidades del liderazgo implican facilitar el aprendizaje de los colaboradores, darles mayores niveles de autonomía y a confiar en su capacidad, haciéndoles responsables de sus resultados.

 

No se puede esperar que las soluciones puedan venir de expertos, ya que si formas parte del problema debes formar parte de la solución. Son los equipos los que han de proponer las nuevas acciones. El liderazgo está conectado con la innovación.  El objetivo es convertir a los equipos de dirección en comunidades de aprendizaje de liderazgo, dándoles herramientas de liderazgo, por si les pueden ser útiles y las quieren poner en práctica con sus equipos.

 

Más cambio requiere más liderazgo. Tener un proyecto compartido, fijar una orientación, devolver el trabajo a las personas, dirigir con la pregunta, motivar en contraste con controlar y resolver problemas y liderar con el ejemplo, son algunas prácticas recomendables a los líderes. Sabemos que habrá directivos que nunca liderarán. Está bien, aunque serán sustituidos, poco a poco por otros profesionales con algunas de esas habilidades.

 

Para muestra, el Covid nos ha dado una lección de fragilidad. Ocuparse de la dificultad y ocuparse del cambio determinan las actividades de la gestión y del liderazgo. Y hacen falta las dos. Se puede dirigir sin liderar (por un tiempo) pero no puede dejar de liderar.  Nos jugamos el futuro.

Dirigir sin liderar no le va a llevar al futuro