Parece que los negocios tienen sus propias reglas de juego y que la vida tiene otras, algunas de ellas muy diferentes. Hay reglas que se comparten y otras que parecen antagónicas. Pongamos, por ejemplo, la empresa familiar, donde se da el continuo familia, empresa familiar para acabar en muchos casos, no en todos, en familia empresaria.
En arquitectura organizacional es importante definir de manera explicita la misión, visión y los valores. Muchas no lo tienen definido, pero lo tiene de manera implícita o no consciente. En el caso de la familia empresaria es un ejercicio necesario definir la misión, visión y valores de la familia. Es poner blanco sobre negro cuál es el propósito o la razón de ser de la familia (Misión), como se va a cristalizar en el tiempo, en términos más concretos esa misión (Visión) y cuales son los valores familiares con los que se comprometen a que estén presentes en su conducta. Esto facilita que la empresa no rompa la familia y que la familia no rompa la empresa. Forma parte de cualquier protocolo familiar.
Luego hay que repetir este ejercicio con la empresa familiar. No sirven exactamente los mismos parámetros porque la empresa tiene necesidad de rentabilidad, eficacia y relaciones con los clientes que la familia no tiene. Algunos valores son universales, como la ética, el respeto a las personas, pero otros no. Parece que algunas empresas son impermeables a determinados valores que se dan en la vida. ¿No deberían ser muy parecidos? ¿Puede la empresa ir en contra de la evolución de la sociedad? Claramente, no.
Cada vez hay más conciencia medioambiental en la sociedad y las empresas han de incorporar ese valor y así lo están haciendo. Pero hay valores que no aparecen porque se podría pensar que van en contra de las conductas profesionales necesarias para hacer negocios. Hoy, quiero referirme a uno concretamente: la compasión. ¿Empresas compasivas? “Por Dios -pensaran algunos- las empresas están para generar beneficios no para ser buenos. De eso que se encarguen las ONG, que para eso están, para ayudar y disminuir el sufrimiento en el mundo.
Primero vamos a explorar el significado de compasión. Es la base de la mayoría de las religiones: cristianismo, islamismo, hinduismo, judaísmo. Karen Amstrong, experta en el tema, premio Princesa de Asturias de 2017 y autora de la “Carta de Compasión”, la define como “sentir con el otro, ponerse en el lugar del otro”. Existe una regla de oro universal que dice “no impongas a los demás lo que tu mismo no deseas” o en su forma positiva “trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti”. Nada nuevo. En psicología la entendemos como “la profunda conciencia del sufrimiento de uno mismo y el de otros seres, junto con el deseo de ayudar a evitarlo.” La empatía es condición necesaria pero no suficiente. La compasión es empatía mas acción. En estos aciagos días, somos empáticos que compasivos con la situación de las mujeres (y de la población en general) en Afganistán.
Clarificar lo que no es compasión puede ayudarnos a entenderlo mejor, ya que es un termino cargado de significados que lo devalúan. Compasión no es lástima o pena, que son emociones negativas que se tienen desde un sentimiento de superioridad. No es indulgencia, conmiseración ni caridad. No es debilidad, ya que no está reñida con la asertividad o con defender nuestros derechos. No es egoísmo ni blandura. La compasión necesita de un ejercicio de coherencia, congruencia y consistencia, donde la claridad, los limites y los acuerdos han de ser impecables.
Es un ejercicio de liderazgo que requiere mucha madurez y que tiene muy buenos resultados en las empresas que están optando por ese camino, ya que consiguen que las personas se perciban más positivas y con mayor compromiso con la organización.
No se si saben que Jeff Weiner, fundador, propietario y CEO de Linkedin, ha potenciado el liderazgo compasivo en los últimos años. Le costo descubrir el valor de la compasión para hacer su empresa mejor y reconoce que ha sido muy útil entender las motivaciones, esperanzas y dificultades de los demás para facilitarles las herramientas que les permitan dar lo mejor de si.
Ya hay muchas empresas que fomentan aspectos del liderazgo compasivo o van perfeccionando herramientas que ya tienen en este enfoque. Los niveles de satisfacción y clima laboral mejoran. Recordemos la correlación que hay entre liderazgo para general buen clima laboral; como el clima favorece el compromiso y como el compromiso facilitan los resultados. Ser compasivos en el trabajo y en la vida personal nos hace mejores profesionales y personas.