Reconozco que es cansino y reiterativo leer análisis de la situación actual. Hay sesudos informes, ideas peregrinas, apuestas interesantes, y otras ocurrencias que le pasan a cualquiera por la cabeza. Hay que ser selectivo con las fuentes de inspiración. Leo la última aportación de Gary Hamel, autor a quien sigo desde hace años, y tiene algunas reflexiones que me parecen sugerentes.
El mundo empresarial anda revuelto con tres ideas básicas: sobrevivir, recuperase y reposicionarse. El Covid es una prueba de adaptación para las empresas. Hay tanta incertidumbre que estamos aprendiendo a aceptar que va a formar parte de un entorno inestable que nos va acompañar, con oscilaciones, pero estará más presente en la nueva normalidad.
Sabemos que cuando el entorno cambia no podemos quedarnos sin hacer nada. Tenemos tres opciones: 1. Adaptarnos, que es una respuesta reactiva necesaria. 2. Anticiparnos, es ponerse en marcha de manera proactiva cuando las ves venir. 3. Reinventarnos, cuando el cambio es tan grande que te obliga a cambiar de dirección.
La crisis ha afectado a los ámbitos sanitario, económico y de confianza. El reto es dar respuesta, dentro de un entorno diferente, a estrategias líquidas. Antes tenemos que “liberar el proceso de la tiranía de la experiencia”, porque no tenemos experiencia previa que nos guíe.
Hemos visto, vivido y sufrido como cambiaban los protocolos sanitarios cada tres días y las propuestas económicas cada semana, mientras mermaba la confianza. Es un terreno ignoto, diferente, donde no podemos atisbar el final desde el principio, sino que es un proceso de descubrir e inventar para convertir cada paso en aprendizaje experimental.
En este contexto, la estrategia debe ser subversiva, y subversión es sinónimo de romper las reglas. Ahora que salimos del estado de alarma, estamos ansiosos por verificar si volvemos a lo conocido, a volver a montar lo que se nos desmontó antes del virus o buscamos otras alternativas.
En el mundo empresarial, la dirección puede eliminar ineficacias y acelerar un poco las cosas. Pero solo un poco. Suele ser un error pensar que “un grupo de superinteligentes tienen las soluciones a los problemas”. La complejidad se maneja mejor cuando las personas trabajan en red, con alta autonomía y son capaces experimentar en su trabajo, desafiando el pensamiento convencional. Ahí está el reto.
Lo mas probable es que muchas empresas implementen nuevas prácticas, acordes con el contexto actual, y pongan recursos materiales y humanos para tener una rápida adaptación. Se centrarán en temas tácticos, injertando las nuevas prácticas en antiguos principios, en un intento de resolver los nuevos problemas a la antigua usanza. Las soluciones deberían alterar la autonomía, velocidad, transparencia, meritocracia, … si queremos abrir la puerta a la innovación.
No encontraremos soluciones con nuevas prácticas, sino con nuevos principios que nos conduzcan, ahora sí, a prácticas diferentes, porque “prácticas sin principios profundos” no van muy lejos. El peligro es que los intentos de tener una gestión mas ágil, productiva y con mayor compromiso puedan quedar abortados o marginados, rodeados de una tranquilizadora burocracia. Lo mismo pasará con los esfuerzos de empoderamiento que no tendrán éxito si no cambia la estructura de poder. No sirve empoderar a unos pocos. Las organizaciones jerárquicas en un mundo interconectado no funcionan muy bien.
Estamos ante un proceso de transformación organizacional que requerirá un nuevo comportamiento organizacional, para dinamizar el poder individual y colectivo que genere y mantenga una actitud permanente de renovación, innovación y aprendizaje de las relaciones internas y externas. Una manera diferente de entender la gestión de las personas.
Desde esta perspectiva el cambio puede entenderse como la adaptación al contexto y la transformación como un proceso profundo que implica variaciones sustanciales en la esencia de quienes lo llevan a cabo. Es un reto apasionante.
Se trata de potenciar la transformación de las organizaciones mediante modelos más humanos, éticos y sostenibles. Es abierto y generoso, tiene mas de ágora que de institución y queremos contribuir en esta tarea colectiva de reinventarnos. Están ustedes invitados.
Para acabar de rematar el tema: la tormenta del COVID-19 deja paso al tsunami de la recesión, dentro del colapso del cambio climático al que nos dirigimos… a no ser que tengamos el valor de ser subversivos con el status quo actual.