Acabo de realizar un ayuno de seis días, a base exclusivamente de agua. Estoy sorprendido. Es el primero que hago, y creo que no será el último. Todo empezó con un documental sobre ayuno, que derivó en conversaciones, lecturas e informaciones sobre ventajas e inconvenientes.
El ayuno está, y estará, de moda. Que si el intermitente, que si el 5.2, que si el 16:8 y demás variaciones. En esencia, consiste en dar la oportunidad al cuerpo para quemar grasas y eliminar toxinas. Dejas de ingerir alimentos y el cuerpo empieza a utilizar las grasas que en su día reservó por si acaso y que están almacenadas en las células y órganos.
Supongo que la mayoría compartimos la evidencia de que comemos demasiado para el tipo de vida que llevamos. Comemos como si fuéramos leñadores canadienses y luego nos sentamos ante el ordenador, llevando una vida más sedentaria que saludable. No se trata de perder peso, que también, sino de ganar salud y revisar hábitos alimenticios.
No fue difícil decidirme, después de mentalizarme. El primer paso fue ir al médico a ver qué opinaba. Fue fácil, él también lo hacía y no vio nada que me lo impidiera hacer a mí. Busqué dónde pasar seis días de ayuno porque tenía claro que es muy difícil hacerlo solo, en casa. Hay buena oferta de hoteles, balnearios y clínicas, con una gama muy amplia de precios.
Todos los tratamientos son muy parecidos. Desde las famosas y exclusivas clínicas Buchinger, en Alemania y Marbella, a hoteles adaptados. La mayoría tiene una oferta multidisciplinar, además del ayuno, como control médico, relajación, meditación, yoga, masajes, paseos y charlas sobre el tema.
Encontré un centro de ayuno en un hotel rural especializado que me gustó. Ofrecen ayunos de fin de semana, de seis días y de ocho días. Hídrico o a base de zumos.
El caso es que me atreví con el hídrico de seis días. Y funcionó como la seda. Un poco de hambre, al principio, y luego una sensación de bienestar con un punto de euforia, que me llevó a pensar que debería haber elegido el de ocho días. No me lo creía. Supuse que una semana de preparación, en casa, a base dieta vegetariana y frutas y seis días exclusivamente con agua, me costaría bastante. Pero no fue así. ¿El secreto? El grupo. Sobre todo, el grupo.
Nos reunimos 22 personas con un objetivo parecido. Algunos tenían experiencia de siete ayunos y otros eran primerizos. En medio de un bosque y con bastantes actividades se dio un fenómeno, muy estudiado en psicología grupal, que son los grupos de apoyo: personas que se reúnen para hacer frente a un problema común, mediante el intercambio de vivencias.
El grupo, con un facilitador, se vuelve comprensivo y acogedor, sin ninguna jerarquía ni juicio sobre nadie y eso facilita que puedas expresar tus dudas, miedos y emociones. Se generan vínculos de complicidad y apoyo entre las personas, que dan la fuerza necesaria para abordar el problema. El viejo adagio de "Si quieres ir rápido, ve solo; si quieres ir lejos, ve con un grupo”, continúa siendo válido.
Los grupos de apoyo se utilizan para el tratamiento de adicciones (véase Alcohólicos Anónimos), de determinadas enfermedades, para afrontar el duelo, para superar shocks traumáticos, dar apoyo a familiares, etc. La mayoría tienen una finalidad terapéutica. Aunque también tienen aplicaciones en empresas e instituciones.
Por eso, el grupo de personas que nos encontramos nos convertimos en un grupo de apoyo, sin tener conciencia de ello. Comentar las sinergias de estos grupos puede parecer un tema pasado de moda, sin embargo, en los acompañamientos de equipos directivos es un tema más que recurrente. Las ventajas son múltiples. Se convierten en una fuente de información variada, que se puede debatir y confrontar para generar nuevas estrategias.
El compartir experiencias similares favorece la cohesión, disuelve aislamientos y crea vínculos de apoyo emocional. Esta metodología es muy utilizada en entrenamiento de liderazgo, basado en aprendizaje experiencial. Los equipos de alto rendimiento cumplen con muchas premisas de los grupos de apoyo. La cohesión es muy fuerte. Si el grupo se ha de disolver, las despedidas son emotivas y un punto dolorosas. Te quedas solo ante el tema. Por esta razón es recomendable hacer el ayuno en grupo. Sencillamente, es más efectivo.
Al acabar mi ayuno había perdido unos cuantos kilos. No era el objetivo, aunque sienta bien. Supongo que he eliminado grasas y tengo buenos deseos de mejorar hábitos alimenticios. Cuando acabo un entrenamiento de liderazgo, los asistentes han tenido conversaciones relevantes, han de eliminado algunos aprendizajes y salen con un plan de trabajo para desarrollar con su equipo. Yo solo he sido el facilitador del proceso. El grupo ha hecho el resto del trabajo. A veces, pienso que no le sacamos todo el provecho a los equipos con los que interactuamos. Están tan cerca, que no los vemos. ¡Una lástima!