La multinacional española Symborg continúa ampliando su portfolio de producto y lanza Qlimax, un innovador biofertilizante, revitalizador de suelos, que actúa como prebiótico. Su aplicación permite multiplicar la concentración de flora microbiana en el suelo, estimular su desarrollo y potenciar su actividad beneficiosa en el manejo agronómico del suelo y los cultivos.
“Al suelo le pasa como a los seres humanos, si su microbiota está en buen estado, aumenta la capacidad de la planta de obtener nutrientes y protegerse frente a los microorganismos patógenos. La microbiota del suelo es como la microbiota intestinal, tiene un papel fundamental en la alimentación y la salud”, explica Jesús Juárez, socio fundador y CEO de Symborg.
El incremento de la flora microbiana del suelo permite mejorar la estructura de los suelos y la disponibilidad de nutrientes para los cultivos. Como resultado, con un desarrollo del sistema radicular favorecido y una mejor nutrición, los cultivos se desarrollan más fuertes y presentan una mayor tolerancia frente al estrés, logrando como resultado un impacto positivo en el rendimiento y calidad de las cosechas.
Qlimax está compuesto por una cuidada selección de moléculas con función prebiótica obtenidas mediante un proceso biotecnológico único. “Qlimax es el resultado de trasladar del laboratorio a la agricultura de precisión todo el conocimiento de Symborg en la efectiva colonización de microorganismos beneficiosos en todo tipo de suelos y cultivos”, afirma Juárez.
El nuevo biofertilizante Qlimax es apto para todos los cultivos y tipos de suelos, especialmente recomendado para suelos erosionados o en riesgo de degradación. Además, Qlimax puede ser aplicado de manera individual o de manera combinada, ya que es compatible con cualquier probiótico del mercado a base de microorganismos seleccionados.
El suelo es un recurso no renovable; hacen falta más de 1.000 años para que se forme 1 centímetro de suelo. Según destaca la ONU, el suelo constituye la mayor reserva de carbono orgánico terrestre, más del doble de la cantidad almacenada en la vegetación.
Si se gestiona de forma sostenible, el suelo vivo puede secuestrar carbono, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Los suelos sanos también pueden almacenar grandes cantidades de agua, que ayuda a los cultivos a sobrellevar la sequía y adaptarse a las precipitaciones extremas.
“En Symborg llevamos más de una década reivindicando la importancia del suelo. Además de impactar directamente en la productividad, el suelo vivo es un aliado en la seguridad alimentaria, un tema que cada vez preocupa más a la sociedad; y también en el cambio climático, ya que contribuye a disminuir los gases de efecto invernadero”, concluye Juárez.