sábado. 27.04.2024
INFORME

El CES señala que la economía murciana se expande pero "a un ritmo más contenido que la española"

Sus Indicadores de coyuntura económica y laboral recogen que las estimaciones sobre el crecimiento del PIB real en la Región se mueven en una horquilla estrecha, en torno a un 2%, medio punto porcentual menos que en España.
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El informe confirma que persisten los problemas en el sector agrario regional, que en 2023 podría acumular un sexenio con la renta agraria en declive debido a la falta de agua y a los altos costes. (Archivo)

La actividad económica en España todavía se muestra fuerte en 2023, más de lo esperado en su albor. El abaratamiento del gas natural y del petróleo contribuye a moderar la inflación, a pesar de la desmesura en sus partidas alimentarias. Así se recoge en los Indicadores de coyuntura económica y laboral publicados este martes por el CES de la Región de Murcia

El mercado de trabajo sigue robusto. La pujanza económica se apoya en el componente de servicios de la demanda externa, el gasto público y un consumo final de los hogares más expansivo de lo esperado por la creación de empleo. Desde el lado de la oferta, destacan los servicios, favorecidos por la mejora de la actividad turística, sin menoscabo de otras ramas, como  las del ocio y la cultura, las financieras y las de informática y comunicaciones.

La economía murciana también se expande, pero a un ritmo más contenido que la española. Perduran las dificultades en el sector primario, entre otras razones a causa de la falta de agua y de unos costes muy altos, cuya progresión pierde fuerza en el transcurso del año, como sucede, más tarde, con el avance de los precios en origen. En la industria, desciende la producción, mientras que la construcción progresa sobre todo por la obra pública aunque el subsector residencial repunta con levedad, al tiempo que se ralentiza la subida del precio de la vivienda y se retrae la compraventa. Son los servicios el sector con más vigor, impulsado por el turismo y el gasto público, pero, respecto al conjunto nacional, su inferior participación en el tejido productivo regional conlleva una repercusión menos contundente.

Las estimaciones de las entidades especializadas sobre el crecimiento del PIB real en la Región de Murcia se mueven en una horquilla estrecha, en torno a un 2%, medio punto porcentual menos que en España

Persisten los problemas en el sector agrario regional, que en 2023 podría acumular un sexenio con la renta agraria en declive. Aunque el aumento de los costes de producción se desacelera, incluso disminuyen ciertos componentes, la sequía y otros factores meteorológicos parecen arrastrar la caída en determinadas producciones agrícolas, sobre todo de cereales y hortalizas, aunque crezca en algunas variedades de cítricos y frutas; la producción cárnica, con la salvedad de la avícola, desciende con intensidad.

La industria sigue en la atonía, a lo que no ayuda la flojedad de la exportación en gran parte de las actividades manufactureras de producciones no agrarias.

Los indicadores laborales revelan el receso, aunque no tanto a la vista de los datos de afiliación en alta laboral a la Seguridad Social como en la EPA.

Los indicadores de producción corroboran la debilidad, como se observa en el nivel de cartera de pedidos, el grado de utilización de la capacidad productiva, el índice de cifra de negocios o el de producción industrial.

En la construcción, se modera el incremento de los costes d  producción, la obra pública mantiene su pujanza y repunta la edificación de viviendas, aunque en este subsector subsisten sombras por la ausencia  de protegidas entre las comenzadas, el freno en la concesión de visados de vivienda de obra nueva, el retroceso de la compraventa, el aumento acumulado de los precios de la vivienda en los últimos años –aunque se  desacelera en 2023-, la continuidad de los altos tipos de interés y el endurecimiento de las condiciones financieras de los préstamos.

La evolución de las actividades terciarias resulta decisiva en la del conjunto de la economía, desplomándose en 2020, para recuperarse en los dos años siguientes y  avanzar de forma más convencional en 2023. El empleo sigue creciendo con robustez en el sector. La revitalización se verifica a partir del ascenso que experimentan las cifras agregadas regionales de alojamiento turístico. Entre las excepciones, la más relevante es que la recuperación no es plena en cuanto a la cifra regional de pernoctaciones en hoteles, aunque  el alza de precios genere una elevación de los ingresos en este tipo de  establecimientos.

El comercio arroja datos menos optimistas, mientras que el transporte enseña un retrato más heterogéneo, prolongando su regresión en el de mercancías por carretera y lejos de su reducida cota máxima en  el aéreo de pasajeros, mientras que despunta el marítimo.

El crecimiento económico rebasa las previsiones iniciales por el impulso que proporciona la mejora de la demanda interna, sobre todo en el consumo privado, mientras que indicadores de coyuntura como el IPI de bienes intermedios o la concesión de avales por la sociedad regional de garantías recíprocas denotan cierta debilidad en la inversión.

Dista de ser boyante la evolución del comercio exterior. Aunque las exportaciones regionales alcanzan un nuevo máximo de la serie histórica en términos monetarios, cuantificado en más de 14.000 millones de euros, su volumen se contrae. La causa principal es el retroceso de las exportaciones energéticas, muy volátiles por las acusadas fluctuaciones del precio de los productos energéticos. Por ello, es encomiable que las ventas exteriores de bienes no energéticos crezcan por decimocuarto año consecutivo y, a diferencia  de lo que sucedió en 2022, no sólo en términos nominales, sino, además holgadamente, en toneladas.

En las rúbricas de origen agrario, suben las exportaciones de productos vegetales en fresco, fundamentalmente por la parte de las hortalizas, y de la industria alimentaria, con la contribución de casi todos sus capítulos. De las secciones industriales de origen no agrario con mayor alcance monetario, las exportaciones de productos químicos s  expanden con brío y las de materias plásticas se desploman, mientras que escala posiciones el agregado de maquinaria y aparatos.

Las importaciones se contraen, lo que se achaca esencialmente a la profunda contracción de las compras energéticas, sin menoscabo del decremento de las no energéticas. Desde una vertiente territorial, el ínfimo avance nominal de  las exportaciones regionales de mercancías lo genera fundamentalmente el mercado de la Unión Europea. 

El IPC regional termina 2023 con una tasa interanual de crecimiento del 3%, un repliegue significativo sobre el año anterior. La inflación subyacente, tras marcar un 8,4% en febrero por las tensiones en los precios de los alimentos, se detiene en un 3,6%. Alimentación y bebidas no alcohólicas, en consonancia con la repercusión esencial de la cesta de la compra alimentaria en la inflación actual, anota la tasa regional más alta (7%) de entre todos los grupos.

Dentro de sus 22 rúbricas, los precios suben en 18, aunque sólo aparecen cuatro en los dos dígitos, frente a los 17 casos del  año precedente. El ascenso más significativo, además del más mediático, se produce en aceites y grasas.

La reactivación turística estimula los precios en Restaurantes y hoteles (5,3%), fundamentalmente por el encarecimiento de los servicios de alojamiento.

El único grupo con IPC en descenso, además por segundo año consecutivo, es Vivienda, agua, electricidad, gas y otros  combustibles (−5,7%), siendo el componente energético esencial en esta reducción.

Aumentan los costes laborales, así como los salariales, mensuales y por hora, en mayor medida que los precios, pero no se produce aún una recuperación del poder adquisitivo de 2019.

En cuanto al tiempo efectivo de trabajo, se corta la trayectoria ascendente del bienio anterior, retornándose incluso, de forma débil, a la tendencia declinante previa.

La negociación colectiva también concierta alzas salariales crecientes.

La Comunidad Autónoma de la Región de Murcia rebaja el déficit pero su nivel relativo, en términos del PIB, continúa en las posiciones de cabeza en la  relación autonómica. La mengua se sustenta en un aumento de los ingresos no financieros más vigoroso que el de los gastos no financieros, en aquellos con un impulso impositivo mayor que el de las transferencias.

En términos de contabilidad nacional, el déficit público alcanza un 2,32% del PIB de la Región de Murcia, el segundo saldo relativo más adverso en un contexto en  el que cinco cuentas autonómicas arrojan superávit.

En cuanto a la deuda pública, AIReF proyecta para final de 2023 que supere ligeramente los 12.000  millones y que rebase el 31% de la citada macromagnitud, a su vez entre las ratios regionales más altas

En concordancia con un crecimiento del PIB regional que supera las previsiones iniciales, el mercado de trabajo muestra señales de vitalidad, como sucede desde que comenzó la recuperación post-pandémica. Incluso se dinamiza la población activa, de avance endeble en 2022, que anota un nuevo máximo y suaviza la contracción del desempleo. La población  ocupada murciana se cifra en una media de 665.100 personas, también un máximo histórico, tras anotar un 2,3% y adelantar en un punto la progresión registrada un año antes. El empleo en hombres y mujeres crece a un ritmo similar, mientras que, por edades, se intensifica entre mayores de 55 años  y menores de 25. Por sectores productivos, disminuye notablemente en la industria, casi un 10%, una pérdida localizada en el subsector manufacturero, pero sube con brío en la construcción y, más pausadamente, en los servicios. Este sector constituye la principal fuerza generadora de  empleo en la economía murciana. Desde 2019 lo eleva en casi 63.000, lo que permite compensar la disminución que, cercana a 12.000, acumulan los otros tres sectores y aportar más de 51.000 nuevas ocupaciones. Decae  el empleo por cuenta propia y, por consiguiente, todo el empleo creado  proviene de la pujanza del asalariado, relativamente más potente en el  sector público, aunque con mayor temporalidad y masculinidad.

Avanza el empleo fijo, en gran medida por la modalidad discontinua al amparo del RDL 32/2021, a la vez que se retrae el temporal y la correspondien te tasa de temporalidad.

Al alza a su vez la afiliación en alta laboral a la Seguridad Social, que acaba diciembre de 2023 con aproximadamente 643.800 personas inscritas y un incremento anual con protagonismo casi exclusivo del Régimen General. 

El paro declina en un 3,2%. En 2023, cifrado el promedio en 96.200 personas, representa un 12,6% de la población activa. La reducción interanual beneficia a ambos sexos, entre los hombres con mayor fortaleza; en el desglose por tramos de edad, crece levemente entre los menores de 25 años. Lo más destacado es el descenso del paro de larga duración, aunque todavía represente un tercio del total. Más contundente es el de cremento en las estadísticas de paro registrado del SEPE, organismo que revela más perceptores de la prestación por desempleo y un aumento de la tasa regional de cobertura, ya por encima de la nacional. También repunta el número de beneficiarios del subsidio no contributivo y, muy modestamente, el de perceptores de la renta activa de inserción. 

La contratación laboral se caracteriza por la acentuada disminución del número de contratos, atemperándose el ritmo bajista conforme se completa el tránsito desde el contrato de obra o servicio hacia el fijo discontinuo o el ordinario. En consonancia con el fin de la reforma laboral más reciente, se desploma la contratación temporal y se acrecienta la indefinida, en gran parte por el contrato fijo discontinuo. Las estadísticas de regulación de  empleo constatan una escasa relevancia de las empresas incursas, de los  trabajadores afectados y de los ERTE. A pesar de esta mejora en el marco  de las relaciones laborales, se observa un avance de la conflictividad en el desempeño del puesto de trabajo, lo que se deduce de las cifras de conciliaciones individuales, sobre todo las concernientes a despidos, y de huelgas  más que de las de asuntos judiciales sociales. 

La cifra de accidentes de trabajo se contrae levemente, aunque aumenta sobre la de 2019. Se declaran 79 accidentes graves en jornada de trabajo y 23 mortales. Resalta sobre todo la minoración de estos últimos sobre los 49 contabilizados en 2022, lo que conlleva un retorno a cifras anuales como las del periodo 2016-2019. La cantidad de accidentes laborales con baja entre quienes trabajan por cuenta propia tiende al 5% del total regional, un porcentaje muy inferior al que representa su aportación al empleo total. Los  accidentes con baja en jornada de trabajo se adscriben mayoritariamente  a los servicios, por delante de la industria, la agricultura y la construcción.  En términos comparativos homogéneos, a partir del índice de incidencia que los expresa por cada 100.000 trabajadores con las contingencias cubiertas, se aprecia asimismo una suave mejora anual. Asciende a 3.043, un  3,3% menos que en 2022, si bien la mengua se limita a un punto tomando  como referencia el año anterior a la pandemia. Bajo este criterio, como es habitual, la mayor accidentalidad laboral se registra en los sectores de la construcción, la industria y la agricultura, distanciados, sobre todo el primero, de los servicios. 

El CES señala que la economía murciana se expande pero "a un ritmo más contenido que la...